A mí me encantan los títulos AAA, me compré una PS4 precisamente por los potentes exclusivos que Sony se había encargado de manufacturar para su plataforma y también por los juegos multiplataformas que podía jugar ahí, eso no quita que pueda disfrutar de obras de presupuesto más modesto. A decir verdad, los indies y “juegos de nicho” son los títulos que a mí me regresan la puta vida y así como en su momento quedé embrujado por The Witcher 3, God of War o Uncharted 4 también existen juegos que me dejaron maravillado y no precisamente son títulos con una puesta en escena magnánima o tan siquiera son tan conocidos; ahí tenemos a Fragile Dreams, One Shot, Ib, Undertale, Momodora o Hollow Knight.
Cuando
menciono que estos juegos me dan la vida es porque a pesar de su
modestia tienen elementos que los hacen brillar con muchísima fuerza
y sí, no serán productos que estén pulidos al máximo e inclusive
es común encontrar decisiones de diseño muy cuestionables o
apartados enteros que hacen aguas y no hay por donde agarrarlos…
pero aún así se nota el amor de los desarrolladores logrando
transmitir al jugador momentos simplemente impagables, mágicos me
atrevería a decir. La historia de The Witcher 3 estará de puta
madre, los combates de God of War serán todo un espectáculo y las
mecánicas de disparo de Ghost Recon: Wild Lands serán una delicia…
pero por lo menos yo no podría negar que la melancólica historia de
Fragile Dreams, el absurdo y loquísimo planteamiento de Omnibus, el
frenesí de Hotline Miami, lo adorable y entrañable que resulta ser
Niko de One Shot, la estética entre lo onírico y pesadillesco de Ib
o el flow que me permite sentirme todo un virtuoso en Olliolli son
elementos que como jugador atesoro a la par de agradecer enormemente
el poder disfrutarlos en su momento.
Con
los anteriores párrafos quiero llegar al siguiente punto. Hace
varios meses me percaté de mi notable distanciamiento a esta parte
del hobby. Fuera de Cuphead u Omnibus mi contacto con títulos que no
fueran AAA era nulo y esto lo resentía porque también tenemos que
ser sinceros, las súper producciones están cortadas con la misma
tijera y elementos como los enormes mundos abiertos, la forma de
desglosar el desarrollo de la aventura en misiones principales o
secundarias y todas las tácticas que se ejecutan para hacerte
invertir la mayor cantidad de tiempo en un único título son comunes
en la gran mayoría de todo lo que estaba jugando y así fuera un RPG
de temática medieval o un juego de disparos táctico el hastío fue
poco a poco apoderándose de mí. Así que decidí voltear para otro
lado a ver cosas podíamos probar.
Desde
diciembre he estado jugando cosillas de estudios independientes, han
resultado ser una bocanada de aire fresco, casi medicinal. Hace
algunos meses les comenté sobre Furi, un juegazo muy recomendable,
pero también por Twitter les mencioné un poco sobre Olliolli 2 que
está de puta madre y recientemente di lata con Hollow Knight, nada
más y nada menos que el mejor título de acción y exploración
bidimensional de los últimos años. Ahora, Cat Quest es el último
juego que he podido completar, no solo eso, también es el primer
juego que consigo acabar al 100% en sobremesa y por consecuencia ha
caído su platino. No soy un completista o un caza logros/trofeos
pero el de Cat Quest salió prácticamente solo y ese punto me ha
gustado porque no dedica ninguno de sus trofeos a realizar cosas
absurdas totalmente aleatorias sin una aportación sustancial a la
experiencia del juego, de eso puede que hable más a fondo en otra
ocasión.
Cat
Quest es un juego que originalmente fue concebido para teléfonos
móviles para al cabo de unos meses ser porteado a PC y consolas de
sobremesa. El estudio proveniente de Singapur detrás de esta
curiosidad se hace llamar The Gentlebros y han dado en el clavo para
ofrecer un RPG la mar de carismático pero reduciendo a la mínima
expresión algunos de los componentes más reconocibles habituados al
género en sí, cosa que no tiene que ser precisamente malo… de
hecho la jugada les ha salido de puta madre.
La
trama nos pone en la piel de un adorable minino que ha naufragado en
una isla después de que el barco donde él y su hermana fueran
atacados por una oscura entidad, siendo esta última raptada para
obligar al protagonista a ponerse manos a la obra. Al poco tiempo de
despertar nos encontramos con un hada gatuna que nos informa de
nuestras circunstancias actuales y en menos de 1 minuto ya estamos
despachando bichejos por los bosques.
Realmente
no hay nada destacable en el desarrollo de este juego, al final del
día resulta ser el tópico de salvar el reino de una fuerza oscura
pero eso no quita que tenga un lore mínimamente interesante (aquí
no diremos nada sobre él) y unos personajes que se hacen querer
mucho…
… pero
mucho mucho. Sin duda alguna los personajes secundarios y las
desternillantes tramas en donde se nos involucra gracias a ellos
conforman una de las principales bazas para recomendarles este juego
pues aunque las propia sencillez del título pueda resultar un
impedimento para ofrecer una variedad apabullante sí que se las
ingenia para divertirnos con la rocambolesca premisa de la mayoría
de las misiones secundarias o principales junto con alguna que otra
sorpresa en forma de gamberrada hacia el propio jugador, tampoco
podemos olvidar las referencias toda clase de obras de la cultura
pop.
La
dinámica del juego consiste en ser un juego de rol orientado a la
acción, por lo tanto entablar combates a tiempo real a cada momento
será el pan de cada día. El combate es la mar de sencillo: Un botón
para aporrear enemigos con nuestra arma, otro para esquivar y los
cuatro gatillos para echar la magia. Los monstruos y demás criaturas
peligrosas atacan de la misma manera, ya sea cuerpo a cuerpo o a
distancia con el uso de magia elemental o trampas pero nosotros
tenemos la ventaja de poder observar por medio de un círculo que va
llenándose cuándo atacará nuestro enemigo o la trayectoria del
proyectil mágico que lanzará momentos antes, así que la victoria
no dependerá únicamente de nuestro nivel y estadísticas sino
también del buen ritmo y destreza que tengamos a la hora de esquivar
en el momento adecuado.
Las
habilidades que puede conseguir nuestro esponjoso amigo son, y aquí
viene el problema, escasas. En cuestión de combate cuerpo a cuerpo
ya podemos equipar una espada, un espadón, un hacha o ir a puño
limpio que esto no cambiará en lo absoluto la forma de afrontar los
combates, quedando todo en un mero añadido estético junto con la
esperable modificación de estadísticas. Los poderes mágicos a
obtener tampoco son la gran cosa… fuera del poder curativo y de uno
que nos hace gigantes por algunos segundos el resto se limita a ser
utilizados dependiendo del punto débil del enemigo, que bien pueden
ser vulnerables a ataques elementales de hielo, fuego, electricidad y
demás.
Gracias
a Dios el juego es tremendamente corto y si vamos por la historia
principal el juego no debería de durar más de 5 horas, algo más
que aceptable además de evitar la monotonía. Si lo de uno es
exprimir al 100% el juego esto puede alcanzar fácil las 12 horas de
juego y objetos para coleccionar tenemos a montones si es menester
nuestro pillarlo todo. Las prendas para personalizar nuestro gato así
como las armas se encuentran en cofres dorados que se ocultan en
cuevas y mazmorras (más de 50) que tendremos que limpiar para darlas
por completadas. Algo curioso es que los objetos también suben de
nivel y a base de abrir cofres y completar misiones podemos obtener
versiones muy potentes de armas que teníamos descartadas desde hace
horas… esto no evita que en algún momento demos con el arma
definitiva que ya no necesite ser cambiada por otra.
El
mapa está repleto de ciudades, bosques e islas pero no existe una
transición que nos lleve a otra área diferente apenas pisamos la
zona...sino que lo que ves es lo que hay. Sí, en un principio me
descolocó un poco este hecho pero dado lo enorme que es el mapa
(teniendo en cuenta el juego) tampoco eché tanto de menos esta
característica, yo cuando hablaba de llevar elementos a su mínima
expresión lo decía en serio. Donde sí tenemos diseño individual
es en las mazmorras, aunque realmente ninguna destaque por ser la
verga en este aspecto; algunas son cuevas con cuerpos de agua
rodeando la tierra o en su defecto templos abandonados repletos de
monstruos. Lo que de plano no me ha agradado nada es el hecho de que
muchos tesoros están ocultos detrás de caminos invisibles y salirte
sin pillarlos te obliga a volver a la mazmorra en sí, liberarla de
de los monstruos de nuevo y patearte cada milímetro de la zona hasta
dar con el camino.
La
variedad de enemigos es la justa y destacan los enormes dragones que
funcionan como subjefes, si un enemigo es considerablemente más
fuerte que nosotros un ícono de calavera se posará sobre él para
advertirnos que combatirlo será peligroso.
Como
buen RPG esto va de subir niveles a lo bestia porque esto nos permite
tener la mínima oportunidad de completar con éxito las misiones. Se
agradece que el farmear niveles sea rapidísimo y que para completar
la aventura principal no se requiera de pasar horas en un valle
matando bichos por horas; eso sí, para completar el 100% tendremos
que poner un poco más de nuestra parte y repetir mazmorras con
enemigos fuertes para ponernos a tono hasta alcanzar el nivel 99 de
experiencia. La experiencia que tengamos también condiciona nuestra
incursión a las mazmorras y cuevas, algunos piden niveles bastante
más elevados de los necesarios para acabar la campaña principal,
por no decir que contamos con una cueva con enemigos de nivel 200 y
obviamente aquí ya no basta estar al máximo o con la mejor
equipación, también será necesaria nuestra pericia y paciencia
para evitar la muerte que puede llegar en cualquier momento.
No
todo el mapa está desbloqueado al principio pero conforme avancemos
adquiriremos la capacidad de caminar sobre el agua o volar, lo que
servirá para llegar a las zonas más recónditas del mapa.
Los
niveles de adorabilidad de Cat Quest es altísimo, los personajes
secundarios y principales tienen un diseño que en una simple palabra
lo podríamos definir como mono, inclusive al malo de la historia se
apetece achucharlo a pesar de su diabólico aspecto. El mapa por
donde nos movemos es bastante simple aunque muy colorido. La vista
cenital de la cámara se podría antojar un poco lejana pero no
representa ningún problema. Las animaciones cumplen simplemente, es
este aspecto no es que el juego sea un portento, lo que sí está
cabrón son los efectos de la magia y la ingente cantidad de datos,
números y chispitas que inundan la pantalla cuando estamos golpeando
cosas. Si hablamos del apartado sonoro pues este tampoco destaca
mucho.
Cat
Quest me costó 6 dólares y puedo decir que cada maldito centavo
valió la pena, para ser un RPG súmamente sencillo resulta ser
jodidamente satisfactorio y ameno de abordar, la duración es la
justa y si son de las personas que quieren exprimir al máximo su
dinero en títulos que les duren una eternidad para compensar el
gasto que sepan que el juego está en Steam por 139 MX y en la PS
Store frecuentemente está en descuento… si lo tuyo son los gatetes
y te gustan los RPG la verdad es que no deberías pensarlo
mucho para hacerte con este juego.
TOTAL: 7
TOTAL: 7
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