viernes, 1 de noviembre de 2019

Día 31: Brawshella (Blazing Star)




Si hablamos de jefes finales perturbadores a la mente se nos vienen bastantes; como el líder monstruoso de la secta antagonista en Fallout 1, William Birkin en Resident Evil 2 o Gigas de Earthbound por decir unos pocos ejemplos... el último es sumamente especial porque su combate contra él es señalado como una clara alegoría al aborto o asesinato de un nonato, con justa razón ha sido por años objeto de polémica y digno de ser nombrado en textos de esta índole… aunque hoy no hablaremos de Gigas sí que veremos un caso que comparte ciertas semejanzas.

Blazing Star es un trepidante Shoot’ em Up que salió en recreativas hace ya más de 20 años, en 1998.  En este título controlaremos a uno de los 6 pilotos que han escapado de las garras de una poderosa máquina que ha esclavizado a toda la raza humana, Brawshella. Este frankenstein nació en medio de una guerra que protagonizaban dos planetas rivales, los humanos en su afán de fabricar el arma definitiva dieron con un arma biológica de potencial inmenso… tanto que en algún momento tomó conciencia y optó por esclavizar tanto al rival como a sus propios creadores. Como el piloto rebelde el protagonista deberá enfrentar a todo el ejército de Brawshella.

El jefe final obviamente no es otro que el propio Brawshella, el cúal buscamos vencer para eliminar su yugo sobre los dos planetas.  Cuándo por fin llega la hora de enfrentarlo nos topamos con esto:


Brawshella, la mente maestra detrás de la conquista de dos poderosos mundos es un bebé que reposa dentro de un enorme contenedor de otra máquina cuya forma es similar al de una mujer embarazada reposando. La primera fase consiste en atacar el “abdomen” del robot que protege con todas sus fuerzas a Brawshella, su hijo, hasta que lo destruímos.  Una vez hecho esto el gigantesco bebé cae, emite un sonoro lloro y el combate avanza a la segunda fase:


Ahora Brawshella completamente desquiciado gatea/flota hacia nosotros mientras dispara con todo su potente arsenal que incluye el convertir sus brazos en dos poderosos rifles.  Al cabo de un tiempo el daño sufrido obliga al arma a adoptar su siguiente y última forma:


En un intento desesperado por detenernos Brawshella se transforma en una masa de partes mecánicas y carne con dos apéndices que fungen como cañones y en medio yace la cara del bebé. Mientras más daño recibe el ente empieza a caerse a pedazos y en un baile de proyectiles, lázeres y pequeños bebés que salen disparados de sus heridas, Brawshella explota en mil pedazos… liberando así a la humanidad. 

 

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