Wolfenstein es ya de por sí un juego redondo, que aun siendo un título intergeneracional se veía chido y con un gunplay que sabiendo clásico por no aportar nada nuevo se dejaba dejaba disfrutar tanto en su vertiente más salvaje como en sus situaciones enfocadas al sigilo. Sin embargo, y como mencioné en la reseña original, sentía que en más de una ocasión la obra estaba desbalanceada gracias a un sistema de sigilo rotísimo o por una IA enemiga que estaba súper perra una vez nos detectaba en el escenario, con el plus de que la vitalidad de nuestro amigo Blazko se escurría como el agua, cosa que tampoco veía con buenos ojos si buena parte de nuestras habilidades se enfoca en hacer desmadre como Rambo. Para nuestra fortuna esta expansión llega con todo lo que hizo grande el título base junto con cambios que lo vuelven una experiencia más coherente con lo que Blazko es capaz de hacer.
No soy mucho de expansiones, eso de comprar contenido descargable para mis juegos no es algo que considere con frecuencia y si bien he estado a punto de sucumbir ante la tentación con Bioshock Infinite o el primer The Evil Within solo con aquellos que han sido gratuitos como el monte Fuji de SSX o los episodios gratuitos de Alan Wake han pasado por mis manos. Para nuestra fortuna (buena o mala según cada persona) el mundo de los videojuegos se ha volcado esta generación en ofrecernos versiones completas de juegos a los pocos meses de ser lanzados o remasterizaciones de hace algunos años con todo el contenido en un solo disco. Gracias a esto es podido probar expansiones del dichoso Wolfenstein, DmC o Resident Evil 7 en el caso más reciente.
De los tres antes mencionados Old Blood es el contenido descargable o expansión que más he disfrutado y con razón, básicamente es una campaña totalmente nueva de 6-8 horas de duración en escenarios nuevos con habilidades inéditas y ambientado cronológicamente antes de los acontecimientos de Wolfenstein: The New Order, lo que significa que la ambientación, enemigos y armas estarán presentes en su versión de 1946, ofreciéndonos así una vista de los prototipos de una buena cantidad de objetos que en el juego original son la cosa más común.
La historia puede ser disfrutada sin haber jugado el título original, aunque en lo personal recomiendo darse una vuelta primero por New Order. En esta ocasión encarnamos al viejo Blazko que tratará de infiltrarse al castillo de Wolfenstein con el fin de obtener indicios sobre la ubicación del complejo de calavera para tratar de dar un golpe que cambie las tornas en una guerra que está siendo dominada por los alemanes. Obviamente el plan falla y no queda más que recurrir a la efectiva diplomacia que el plomo envuelve para salir del aprieto. Lo maravilloso del asunto es que el juego tiene ese toque mágico… pero literal, que durante horas se nos da indicio sobre investigaciones con una fuerte carga paranormal y ocultista e inclusive luego de un buen tramo avanzado en la historia las cosas se salen de madre y una invasión de zombis nazi empiezan a pulular por el mundo.
Los pilares donde se asienta la jugabilidad son prácticamente los mismos, enfocándonos en las novedades o cambios tenemos que el ser un juego sustancialmente más corto ha hecho que el número de habilidades descienda de forma considerables pero siguen brindado importantes ventajas.
El juego puede dividirse en dos fases: El castillo de Wolfenstein con un estilo de juego que muchas veces premia el sigilo ante los súper soldados que tienen una puta armadura de media tonelada cuyo enfrentamiento directo es una misión complicada, sobre todo si hay varios por las cercanías. La arquitectura del castillo nos hace tomar una filosofía diferente al título original porque los escenarios son mucho más cerrados con pasillos claustrofóbicos vuelven a las refriegas en verdaderos baños de sangre. Aquí el sigilo funciona bastante bien y si bien los nazis siguen siendo unos sabuesos de cuidado el predecir sus patrones de vigilancia y escabullirse por las habitaciones barriendo con todo es mucho más sencillo y satisfactorio. Claro que la acción más visceral tendrá sus momentos álgidos y de vez en cuando quedaremos atrapados en medio de un tiroteo con enemigos furiosos.
La segunda parte que el juego desarrolla lo hace en Wulfburg, un pequeño pueblo cerca del castillo que es jodidamente encantador. De la misma forma aquí podremos movernos de forma silenciosa por las calles estrechas, aprovechado coberturas y matando de forma sigilosa. En en este punto del juego donde las cosas pegan un giro de 180° para pasar de lidiar con nazis y toda su parafernalia mecánica a tratar de sobrevivir a férreos zombies en cantidades exageradas. Esta parte de la historia es el punto más atractivo de la expansión y me sorprende lo bien insertado que está la nueva clase de enemigos, dada su masivo número de efectivos y las calles tan estrechas uno avanza apretando las nalgas ante el latente peligro de que a la vuelta de la esquina tengamos una marabunta de no muertos o seamos rodeados por un descuido propio. Todo este rollo de los zombies me ha encantado y más por el giro de tuerca que representa a la filosofía de un título enfocado a la acción pura y dura con toques de sigilo, inclusive gracias a esto les puedo perdonar que más allá de esta clase de enemigos y escenario no se tengan más novedades.
Las armas apenas tienen nuevas incorporaciones y básicamente son la versión “vintage” de armas que ya teníamos en el juego base, fuera de tener una tubería que podemos usar como arma cuerpo a cuerpo y una pistola lanzagranadas con alto poder destructivo todo funciona igual.
Como detallazo para nuestro lado más retro, tenemos escondido por cada uno de los 8 capítulos fases que se llaman “pesadilla”, básicamente consisten en visitar mapas de Wolfenstein 3D con su aspecto pixelado y son la puta verga. Laberínticos, con puertas que necesitan ser abiertas con llaves escondidas y toda la amalgama de enemigos clásicos de esta entrega, una curiosidad simpática bien ejecutada y un verdadero placer para los más nostálgicos.
Por último mencionar que el juego cuenta con desafíos que van de matar con estilo lo más rápido posible, consiste en pasar por zonas de la campaña y el sacar una puntuación alta puede suponer entrar en un pique insano que ofrece más horas de diversión.
Por todo lo anterior y por darnos unos escenarios muy bonitos, cargados de detalle esta expansión es una inversión ganadora. La campaña dura 8 horas pero es intensa a más no poder, va directo al grano y las secciones de sigilo están mucho mejor llevadas, la dificultad resulta más balanceada y no tiene esos picos de dificultad absurdos que el juego base llegaba a tener, los zombies siempre son bienvenidos y si son nazis más que mejor… lo único malo es que la expansión no llegó a Xbox 360/ PS3, un movimiento desconcertante porque a nivel técnico la expansión no hace nada que no se pueda hacer en New Order.
TOTAL: 8
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