domingo, 16 de diciembre de 2018

Reseña PS4: Outlast

 

Poner mis manos sobre Outlast era cuestión de tiempo. Soy un fanático acérrimo de los Survival Horror, representan un pilar básico de mi colección y no resulta raro esta afirmación dado que en muchas ocasiones he declarado ser un adepto de Silent Hill y Resident Evil, siendo la última mi saga favorita de videojuegos y viendo como existe muchísima gente que afirma que la séptima entrega numerada es una copia de Outlast la decisión de ponerme con él simplemente se precipitó.

Hace ya muchos años se estrenó Amnesia: The Dark Descent, un juego que estremeció al mercado dado su peculiar estilo. Estábamos ante un título con cámara en primera persona que eliminaba cualquier capacidad ofensiva y nos dejaba solo con la capacidad de escondernos de criaturas grotescas en un escenario que transmitía desolación y maldad. Esta obra gustó muchísimo al público y era cuestión de tiempo para que la fórmula volviera a ser utilizada, años después llegó Outlast.

Del estudio independiente Red Barrels, Outlast es uno de los máximos exponentes en cuanto a juegos de terror de los últimos años hablamos. En su época leía muchísimas opiniones positivas, tanto de usuarios como de la prensa, se alababa su excelente ambientación, la calidad de los sustos, la misteriosa historia y las mecánicas de juego donde, al igual que Amnesia, el controlar un protagonista indefenso era la baza principal. Me sorprendió que más de un medio tratara la obra de los veteranos de Ubisoft como la experiencia más aterradora que habían presenciado, se hablaba de gente que sufría ataques de pánico en las demostraciones del juego en diversas ferias y yo ya no sabía qué pensar.



Outlast también fue un fenómeno mediático, muchos amigos con clara aversión al Survival Horror o al terror se vieron seducidos, ya sea por los creadores de contenido en plataformas como Youtube que vieron en este juego una clara oportunidad para sacar tajada. De esta forma para finales de 2013 ya todo el mundo había jugado o visto Outlast menos yo que no tenía PC en condiciones y dado que chutarme juegos por Youtube no es lo mio pues tampoco me enteré hasta apenas ayer de qué va la cosa.

Outlast va de un periodista, llamado Miles, que ha recibido una correo electrónico denunciando cosas horribles en un centro psiquiátrico que se encuentra en las afueras de la ciudad, concretamente en medio del puto bosque en Mount Massive. Nuestro intrépido protagonista ve aquí un jugoso caso que, de ser verdad, podría terminar en un escándalo enorme que afectaría a la empresa encargada de gestionar el nosocomio para la salud mental, la corporación Murkoff.  Miles conduce hasta el hospital psiquiátrico para posteriormente colarse dentro de él aprovechando que la vigilancia brilla por su ausencia.



Ya dentro la cosa no tarda en torcerse. Lo que al principio parece ser un edificio con el interior hecho un desastre y sin señales de vida se convierte en el mismísimo infierno. No tardamos en dar con indicios de que hace poco ha ocurrido alguna gresca monumental y en una habitación damos de lleno con los cuerpos sin vida de un grupo de seguridad privado, aunque antes uno de estos hombres se mantiene con vida y nos logra advertir lo que se nos viene encima antes de dar un último suspiro.  En adelante la investigación de Miles se convierte en una carrera por la supervivencia mientras revelamos los secretos que las instalaciones del hospital guardan.



La historia está llena de tópicos. Vamos que el hecho de ser una persona normal que cae en un lugar peligroso lleno de horrores con una poderosa corporación transnacional detrás de todo el percal y con un millón de documentos importantes tirados por ahí para dar contexto es algo que está muy visto a pesar de que son condiciones muy específicas.  Eso sí, se siente fresco que la trama deje de lado situaciones paranormales en pro de construir un escenario que podría ser perfectamente factible en la vida real hasta cierto punto. El protagonista es totalmente mudo y la única interacción que tiene con los sucesos que se van viviendo es a través de sus notas que va escribiendo conforme la marcha.

El objetivo principal de juego es evitar que nos maten mientras escapamos; simple, rápido y para toda la familia.  La muerte viene de parte de los pacientes más agresivos del hospital que ya sea bien armados o con sus propias manos rondarán por los pasillos o habitaciones en busca de alguien a quién aniquilar. Armados con nuestra cámara podemos hacer uso de su modo para visión nocturna y créanme, vamos a estar el 80% el juego viendo tonos de verde porque la oscuridad en Outlast es total en muchos puntos y si no es por la cámara no alcanzamos a ver ni lo que tenemos a 20 centímetros de nuestras narices.



Además de ser la luz que ilumina nuestro camino la cámara puede grabar acontecimientos importantes, algunas escenas ofrecen información crucial o resultan tan escabrosas o fuertes que figuran dentro de lo que podemos grabar con detenimiento. Por lo general la presentación de estos eventos o descubrimientos no es nada sutil así que en una primera partida bien podemos dar con la mayoría de estos, junto con los documentos desperdigados son lo más cercano a coleccionables que tenemos. El zoom tampoco se queda atrás en cuanto a funcionalidad, para valorar mucho mejor el panorama en la oscuridad.

Para hacer las cosas más interesantes contamos con una gran limitante, la batería de la cámara. La cámara tiene un apetito voraz y las pilas se las chinga en breve, sobre todo si tenemos la visión nocturna activada. Si nuestro cacharro se queda sin pila la visión nocturna apenas servirá para iluminar escasos centímetros y presentará fallos en la imagen que pueden dejarnos vendidos en situaciones críticas, por eso vamos a pasar TODO EL TIEMPO preocupados por nuestra escasa reserva de baterías y encontrar una mientras rebuscamos en algún baño ensangrentado es la representación más pura y hermosa de la felicidad y alivio.



Jugando en dificultad normal me quedé sin baterías en dos ocasiones, la tensión sin este recurso llega a niveles apoteósicos. Uno se siente desnudo sin este recurso y si durante el paseo por un pasillo completamente a oscuras notamos que la música pega un subidón abrupto y escuchamos como alguien detrás de nosotros se acerca en putiza jadeando pues ya mejor nos preparamos para colgar los tenis.

El hospital psiquiátrico podrá estar lleno de dementes asesinos pero también de escondrijos y lugares donde ocultarse. Pasar desapercibido mediante el sigilo es crucial si queremos salir de este sitio en una sola pieza (o por lo menos en la menor cantidad posible) y para eso tenemos que valernos de todo lo aprendido en aquellas intensas tardes jugando a las escondidas o en las madrugadas posteriores a las posadas navideñas. Avanzar agachados, esconderse dentro de taquillas, debajo de camas o detrás de un escritorio o sofá es el día a día en Outlast y esto es un elemento que acrecienta la tensión en el jugador.



Pasa lo común, entramos en alguna zona y justo después de cruzar la puerta hacia alguna habitación escuchamos a alguien entrar mientras grita como un imbécil o empieza a respirar como si tuviera una puta bolsa de plástico envolviéndole la cabeza. Inmediatamente pasamos a actuar de manera sigilosa, mantenernos agachado nos hace desplazarnos más lento y en este estado hasta atravesar una habitación de 4 metros cuadrados se convierte en toda una agonía cuando tenemos a algún enemigo rondando cerca. Usar las taquillas o escondernos debajo de la cama no es garantía de salir bien librados por lo que la tensión puede palparse en el ambiente mientras observamos como un ser deforme se va acercando hacia donde estamos después de agacharse a revisar la cama contigua… ME ENCANTA.

Ver que nuestro enemigo se fue no transmite calma en lo absoluto porque los hijos de perra pueden volver apenas atraviesan la puerta o mantienen su rango de visión hacia nuestro escondite. Por lo anterior es importante usar los gatillos para asomarnos un poco a los lados estando cubiertos o bien, una vez salimos del escondite, abrir con cuidado y revisar que no hay moros en la costa.



De momento todo lo que hemos escrito sobre Outlast son maravillas pero conforme pasan las horas se empiezan a notar las costuras, por eso me alegro que no sea un título largo que necesita más de 6 horas para terminar. El juego entra en un bucle que empezó a mermar mis impresiones, ya para el final de la campaña estaba llevándome un ligero olor a quemado. La estructura es la siguiente. Estamos en un punto “A”, nos empezamos a mover hacia al punto “C”, en medio del camino hay un punto “B” con algo que nos impide avanzar (se perdieron fusibles o agua inunda la salida). Cuando llegamos al punto B no hay pierde alguno, llegamos a una bifurcación donde tenemos qué encontrar lo necesario para enmendar el problema y mientras esto pasa algún cabrón nos estará buscando. Queda patente con este esquema que el juego es lineal, es muy raro perderse e inclusive tenemos señales que nos marcan a donde ir o se nos bloquea el acceso a zonas anteriores del mismo nivel.


Al principio sorprende y mete miedo cabrón, pero para el nivel 3 del juego uno ya se ve venir cuándo aparecerá alguien para asustarnos. De vez en cuando el juego se puede dar el lujo de meter situaciones que salen del esquema, lo poco permitido por las limitaciones intrínsecas de las mecánicas; así podemos disfrutar de unas breves pero muy intensas secciones de escape o una enorme habitación inundada que limita mucho el movimiento.

Los controles no van tan fino y en veces le atribui mi muerte a errores relacionados con ellos. No es nada para alarmarse, pero al juego le cuesta trabajo ejecutar bien los saltos o para caminar sobre una cornisa.



Ahora bien, por más tenso que uno pueda sentirse jugando Outlast, hay que aclarar que no es ni de lejos el título más terrorífico de la historia, ni siquiera de la generación. En realidad la obra tiende al susto fácil y a la sorpresa, se vale de subidones de la música hasta llegar a lo estridente y de arrojarte a la puta cara algún deforme o similar… y es una pena porque se podría haber trabajado más con la increíble atmósfera que el hospital otorga. Yo me llevé mi buena ración de sobresaltos e inclusive puedo admitir que el primer capítulo me provocó canguelo, pero ya para el último tercio estaba cansado de que el mismo puto gordo apareciera en plan “¡UGA BUGA BUGA BUGA TE ASUSTO!”. Soy muy sincero cuando digo que otros títulos como Condemned 2, Prey 2018 o DOOM 3 me evocaron más miedo… pero cuidado que en cuanto a tensión malrollera 10/10.



Técnicamente es un juego que ha envejecido bastante, inclusive en su año de salida tampoco era la gran verga en cuanto a gráficos. Es entendible el aspecto gráfico pues por más veteranos que sean los trabajadores de Red Barrels esto no quita que el presupuesto sea el de un indie, pero es loable lo realizado y se han sacado las papas del fuego al final del día. Fuera de algunos enemigos de presencia considerable el resto de modelados es muy pobre y se repiten mucho los mismos durante todo el juego; eso sí, el titán que va a lo Némesis tiene un diseño macabro que podría hacerlo colar como uno de las imágenes más representativas del terror en videojuegos de los último años.  Las téxturas tampoco son la gran cosa y muchas de estas se ven borrosas. En PS4 el juego corre bastante fino aunque en algunas partes con mucha locura en pantalla se puede apreciar un “Tearing” molesto.

Ahora que la oscuridad está chingona y la visión con cámara en modo visión nocturna tiene un pego brutal. La atmósfera está conseguida y lo que sigue, a los de Red Barrel les ha valido madre que el motor utilizado para el juego tenga ya sus años y se han marcado escenarios espectaculares y muy variados. Ese rollo demencial y sangriento con pintas hechas con sangre en las paredes, habitaciones destruidas o alcantarillas donde corre agua mezclada con sangre ha sido todo un deleite para mis ojos.



La banda sonora está para acentuar los momentos de máximo peligro y los sustos al igual que el resto de sonido, los efectos son de una calidad impecable, casi pude sentir la respiración agitada de los maniacos en la nuca, el impacto en la jugabilidad es total, más si se usan cascos, porque puedes detectar el ruido que el ambiente o los psicópatas hacen cuando se acercan o se van.



En conclusión podemos definir a Outlast como una obra notable, utiliza muy bien todas sus posibilidades para ofrecer una experiencia sólida y muy entretenida que no dura más ni menos que lo que debe. Para pasar un rato de angustia en un contexto fuera de lo sobrenatural o ficticio (hasta cierto punto) está de puta madre, como juego de miedo no siento que quede a deber pero tampoco es el Survival Horror definitivo.

Si tienes un PC con la potencia similar o mayor a una tostadora, o bien un PS4 o Xbox One, conseguirlo es muy sencillo pues está disponible en tiendas digitales (con descuento en la PS Store por ofertas navideñas) o en físico en la colección Outlast Trinity. Recomendado para los asiduos al terror mientras no tengan las expectativas por las nubes y para aquellos que están recién empezando a recorrer la excitante senda del Survival horror o son meros curiosos con el antojo de algo macabro.



TOTAL: 8

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