Kid Dracula es una saga de videojuegos que gozó de buena salud durante los primeros años de la década de los noventa. Iniciando el recorrido con una entrega en la ya mítica NES, la primera aventura del joven vampiro dejó claro desde el principio constantes referencias a la saga que parodiaba, Castlevania. Kid Dracula bien podría ser considerado un spin off, escenarios y enemigos algunos de los elementos que compartía con Castlevania e inclusive se tiene la teoría de que el protagonista de esta saga es en realidad Alucard.
El
primer juego que data de 1990 no salió de Japón pero su secuela
para Game Boy sí que lo hizo en 1993 siendo precisamente esta versión
la que hoy abordaremos a detalle.
La
historia de este título puede resumirse en apenas una frase. Nuestro
pequeño Drácula es retado por una bestia de nombre Garamoth y vamos
por él, fin. Sin embargo lo sorprendente es el hecho de estar
contada por cinemáticas entre algunas fases que, además de hacer
avanzar la trama, resultan graciosas. No llega a pasar 1 minuto y el
humor de este título sale a relucir con la conversación que
entablamos con la mismísima Muerte, la cual nos ayudará a controlar
nuestras habilidades a lo largo del juego… mismas que se supone Kid
Dracula ya había aprendido pero las ha olvidado.
El
juego es un plataformas bidimensional donde lo fundamental es ir de
un punto “A” a un punto “B” esquivando obstáculos,
realizando saltos y eliminando enemigos para al final del todo
hacerle frente al jefe final de fase. Si bien las bases de este juego
son las ya clásicas cabe destacar que no se parece tanto a los
títulos de Castlevania. Lo anterior pasa principalmente porque
pasamos de utilizar un arma de cuerpo a cuerpo cómo es el látigo a
usar todo tipo de proyectiles para dañar a los enemigos.
De
esta manera tenemos como arma principal el poder lanzar bolas de
fuego de forma simple o cargada como si de un Megaman se tratara.
Conforme logremos superar las fases más habilidades se irán sumando
a nuestro arsenal, la primera de todas es aquello que permite
convertirnos en un murciélago y a estas se le agregará el
lanzamiento de proyectiles teledirigidos, bombas e inclusive una nos
permite sacar un paraguas que nos protege de diversos peligros. Una cosa interesante es que podemos atacar, además de los lados, hacia arriba y abajo teniendo así un amplio margen para defendernos de enemigos que caigan desde el cielo.
Ahora
que el juego está bien cabrón… o por lo menos a mi me ha parecido
una experiencia bastante desafiante que se aprovecha de sus propias
limitaciones para hacernos la vida de cuadritos. El primer nivel está
chido, me encantó el hecho de que sacara escenario directos de
Castlevania cómo el propio castillo de Drácula o la torre del
reloj, la alta dificultad ya se notaba pues aun siendo el primer
nivel tenía secciones que estaban ahí para hacer estremecer al
usuario, pero nada destacable, es hasta el segundo nivel cuando el
juego se pone perro.
Kid
Dracula es un juego complicado de terminar, la mitad de las veces
exige al jugador pericia para sortear algunas secciones; eso está
muy bien, pero la otra mitad de las veces es un puto “prueba y
error” con mucha mala baba. Prácticamente todos los niveles tiene
zonas donde el juego te gasta una bromita… por no decir que busca
tu destrucción de forma descarada, desde partes del techo que caen
para aplastarte, plataformas que se desmoronan apenas las pisas o la
aparición de enemigos que si no sabes previamente que están ahí te
vas a comer un golpe bien calientito.El ejemplo perfecto para
demostrar que el juego te odia con mucho cariño es el nivel de la
montaña rusa. Esta sección tiene cómo premisa el montarse a dos
vagones para empezar un frenético recorrido por los rieles de la
atracción, ya no solo estamos siendo constantemente atacados por
enemigos que se aproximan a velocidad vertiginosa, sino también a
saltos u obstáculos donde el mínimo error se traduce en el “Game
Over”.
Es
aquí adonde me refiero cuando digo que el juego se aprovecha de sus
limitaciones para darnos candela. Dada que la resolución de la
pantalla de GameBoy es minúscula y los sprites de todo son de tamaño
considerable, de lo contrario no veríamos una mierda, el tiempo de
reacción otorgado desde que un proyectil, enemigo o peligro aparece
en la pantalla es de unos instantes antes de chocar directo en el
pecho y, cómo pueden ver, nuestro protagonista se la pasa casi todo
el tiempo posicionado a la mitad de la pantalla. En niveles donde las
cosas van a madres, el mentado nivel de la montaña rusa o el del
tunel con varios impulsores que guardan picos al final del trayecto,
esto cuesta muchas vidas.
A
pesar de la dificultad del juego es de alabar el diseño de niveles,
muy variado y que nos pone en todo tipo de aprietos, imagino que
ayudará el hecho de ser apenas 8 niveles los que conforman la
totalidad del producto. Los niveles no dudan en obligarnos a usar
nuestras habilidades recién adquiridas cómo arrojar bombas para
abrirnos camino o sacar nuestro paraguas para cubrirnos de pedazos de
roca ardiendo que caen desde el cielo. También tenemos niveles que
utilizan la trillada técnica de desplazamiento automático con tal
de meternos presión.
Los
enemigos tampoco necesitan presentación ni explicaciones, pueden
llegar a ser muy peligrosos dado su patrón de movimiento o por la ya
comentada resolución de la pantalla, también porque si retrocedemos
un poco estos reaparecen donde estaban originalmente. Los que sí
están chidos son los jefes finales, todos cuentan con varias fases
donde las formas de atacar cambian.
Entre
fases podemos asistir a varios minijuegos a cambio de monedas que
recogemos durante nuestras aventuras. El tener buenos resultados nos
recompensa con vidas, las cuales nunca están de más, en especial en
aquellos niveles donde se van cómo el agua.
El
apartado técnico es buenísimo para tratarse de la portátil. Los
sprites son enormes y nuestro personaje tiene un buen puñado de
animaciones, junto con un diseño simpático que le dota de carisma.
El diseño de enemigos va a tono, zombies, hombres lobo, armaduras
encantadas y demás mantienen ese aspecto desenfadado con rasgos
exagerados. El buen diseño no se queda solo en
personasjes/animaciones, los escenarios también son bonitos y cubren
muchos paisajes. Cómo ya lo mencioné el castillo de Drácula y sus
alrededores está perfectamente recreado y a eso le siguen bosques,
minas e inclusive en los últimos niveles viajamos al espacio
exterior, todos con fondos bien mimados para jamás dar sensación de
que están vacíos, carentes de vida. El apartado sonoro cumple, la
banda sonora no me ha resultado tan magnífica pero tiene la calidad
esperada en un juego de Castlevania.
Y
bueno, el juego está cura. Podrá ser considerado un spin off pero
su calidad lo hace brillar con luz propia y sería un error dejar de
considerarlo como una de las ofertas más atractivas en cuanto a
juegos de acción y plataformas solo porque es una parodia de una de
las grandes sagas de Konami. Es más, de momento es el mejor
juego de la franquicia que he jugado en la Game Boy clásica.
TOTAL:
9
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