El año pasado será recordado como uno de los mejores años en la industria de los videojuegos (por lo menos de la historia reciente) debido a la avalancha de títulos AAA que llegaron para encandilarnos, sin embargo no todo fue ver el espectacular retorno de franquicias que creíamos perdidas como Prey, la popularización y bombazo que pegaron sagas consideradas de nicho muy específico como es en el caso de Persona 5 o Nier o la capacidad de Nintendo para sorprender con el esperadísimo The Legend of Zelda: Breath of the Wild; también un pequeño estudio nos ofrecía una de las experiencias más locas luego de sufrir un verdadero calvario para lograr dar forma a un proyecto fresco con un reconocible sabor clásico que hizo rendir frente a sus pies al público y crítica por igual.
De
la mano de Microsoft nos enteramos de la existencia de Cuphead hace
ya varios años antes de su estreno oficial y desde ese entonces ya
pintaba como uno de los títulos más prometedores el año en que
saliera, fuera cual fuera porque vaya tela. Nos encontramos ante una
de las obras más exigentes, pícaras y divertidas que podemos gozar
tanto en PC como en Xbox One dejando claro desde ya lo jodidamente
recomendado que está de mi parte.
La
historia nos lleva a controlar a Cuphead, si tenemos a un compadre al
lado podemos ver a su hermano Mugman, que ha tenido que hacer un
trato con el mismísimo diablo para recuperar la propiedad de su alma
después de haberla perdido apostando en un casino. Para lograrlo
necesitará trabajar como cobradores satánicos y a base de
chingadazos obtener lo que los deudores le deben al señor de las
tinieblas. Así es como inicia la aventura, una que nos llevará a
combatir contra todo tipo de personajes de lo más variopinto sin tan
siquiera intercambiar alguna palabra.
Cuphead
es un “Boss Rush” ,como ya hemos visto anteriormente en los
recientes Titan Souls o Furi, mezclado con un “Run and Gun” que
recuerda brutalmente a la saga Contra. Una vez vista la introducción
nuestro protagonista puede moverse libremente por el mapa destacando
así la posibilidad de seleccionar la fase que queramos dividiéndose
en dos: Las fases “run and gun” que nos son muy exigentes y se
siente francamente inspiradas pero que no son tan brillantes como el
otro tipo de fases; los enfrentamientos directos contra jefes, lo más
sabroso del juego y donde me la he pasado de puta madre.
Cuphead
se vale de poder disparar, esquivar hacia los lados y saltar para
vencer a todo lo que se le ponga frente a él. El esquema de
control es sencillo de aprender y gracias a Dios que así es porque
aquí los combates son además de vertiginosos muy demandantes, los
errores no se perdonan pero tampoco podemos hablar de toparnos con
situaciones injustas… cosa que no evita el quedar como un completo
idiota muchas veces. Es raro que un jefe pueda ser vencido a la
primera y de hecho el diseño de cada fase está pensado para perder
de forma reiterativa… o por lo menos para propiciar esto, pues todo
enfrentamiento consta de varias fases que hace cambiar los patrones
de los jefes totalmente, estamos hablando que enemigos que tienen
formas secundarias o que en cierto punto alteran el escenario por
donde podemos movernos.
Si
algo sabe hacer muy bien Cuphead es el de picarnos al máximo. Una
vez perdemos se nos muestra un gráfico que indica el progreso con la
clara intención de demostrar que ni siquiera completamos un tercio
de la fase o que solo un golpe nos separó de la ansiada victoria,
esto nos hace propensos a algunos a la típica “un intento más”
que al final del día se traduce en 15 intentos para derrotar a un
jefazo que se nos está atragantando. Por si esto fuera poco al final
de una batalla se nos muestra nuestro desempeño junto con una
clasificación que se tabula conforme el tiempo empleado para
finiquitar la acción, las veces que hemos sido golpeados y los
parrys que hemos realizado, todos estos aspectos son propensos a ser
mejorados y para los más viciados al título representan otro motivo
más para mantenerse pegados por un buen tiempo.
Cuphead
es un juego bastante cabrón pero siempre sabemos en qué carajos la
hemos cagado, la ya tan manida frase “duro pero justo” le queda
perfecto y la corta duración de los combates que apenas pueden
rebasar los 3 minutos no hace que se sienta cansino en ningún
momento el estar jugando. La curva de dificultad está bien ajustada
y la ejecución de cada uno de los jefes es casi perfecta. Además de
tener patrones distintos cada nivel cuenta con una serie de
particularidades que lo hace único e inolvidable: desde un combate
contra un ratón montado en una lata mecánica que busca embestirnos,
un enorme robot que cuenta con diversos puntos débiles cuya
dificultad para derrotarlo depende íntegramente de qué destruimos
primero mientras vamos manejando un pequeño avión de combate, un
enorme barco que va aumentando su repertorio de ataques conforme lo
dañamos, una carrera en vertical por un enorme panal de abejas
mientras le disparamos a su reina que no deja de invocar bolas de
energía o, uno de mis favoritos, un combate contra un jodido tren
fantasma que realmente es un combate 4 en 1 bastante exigente donde
montados en un vagón tenemos que lidiar con todo tipo de espectros y
monstruos. Gran parte de la dificultad está íntimamente ligada con
el jugador y sus aptitudes por ejemplo: A mí que la sincronización
y los parrys me la pelan muy duro no tuve apenas problemas para
derrotar a jefes que exigían precisión en los saltos pero lloré
sangre cuando un jefe se ponía loquísimo con proyectiles a lo
bestia o empezaba con patrones de movimiento errático.
A
toda la variedad de jefes hay que sumarle la ingente cantidad de
referencias y homenajes a la historia de los videojuegos en general;
hace rato encontré un video que recopila bastantes de estas, unas
son más que obvias y otras pueden estar agarradas con pinzas:
Los
parry o rechazos son esenciales, estos van de golpear en el momento
justo todo elemento de color rosa porque de lo contrario es
como si diréctamente fuéramos a que nos mataran, esta mecánica que
puede funcionar de doble salto forma parte esencial con algunos
jefes.
Con
todo lo anterior se arma un desmadre precioso y en un principio
podemos sentirnos perdidos y completamente indefensos ante la
tremenda orgía de embates ofensivos… pero uno con el tiempo va
mejorando hasta el punto de llegar a conocer al dedillo todo lo que
pueden dar de sí nuestros contrincantes, tenemos como resultado al
final una danza mortal donde nos sorprendemos a nosotros mismos al
esquivar, disparar y defenderos de forma eficaz contra algo que 20
minutos atrás nos estaba tundiendo a gusto.
Algo
similar puede decirse de las fases “Run and gun” que cuentan con
peligros a cada paso, el completar estas fases nos da la oportunidad
de obtener monedas que son canjeables por diversos objetos en una
tiendita. Existen varios tipos de disparo y aunque se podría pensar
que solo el que lanza proyectiles rojos en múltiples direcciones
llega a ser útil porque hace mucho daño la verdad es que yo pude
encontrarles un verdadero uso a todos los demás, la actitud de cada
jugador convierte a cada tipo de disparo alternativo en algo más o
menos conveniente. Contamos con el ya mentado lanza proyectiles rojo
que es la puta escopeta del Contra dado su corto alcance pero
potencia elevada, un disparo teledirigido que nos permite enfocarnos
más en esquivar, un rayo cargado de cadencia mínima pero daño
agresivo y un poder boomerang. También podemos aplicar ataque
especiales que van cargándose conforme hacemos daño.
El
juego puede ser completado en simple o en normal, aunque solo en la
última dificultad podremos acceder al verdadero final del juego. El
cooperativo permite revivir a nuestro compañero pero en consecuencia
los enemigos aguantan mucho más daño.
Está
demás hablar del apartado artístico. Desde ya estamos ante la
presencia de un producto que no envejecerá por más que los años
pasen y es que la estética de dibujo animado de la década de los
30’s está de puta madre. Es una verdadera delicia gozar de este
juego a 60 fps, las animaciones están cuidadas al milímetro y la
fluidez con la que se desenvuelve la acción es de admirar, el diseño
de los escenarios y enemigos es de lo mejorcito que he visto en estos
años. Todo el trabajo artístico está aderezado con una banda
sonora de lujo compuesta totalmente por música Jazz y derivados.
Completar
Cuphead toma entre 6 - 8 horas, fuera de eso no esperen un New Game o
algo que siga alargando la campaña más allá de la historia
principal, el batir récords, jugar con un colega o pasar a la
siguiente dificultad si lo hemos hecho desde la más sencilla son
buenos motivos para volver a tomar el control de Cuphead. Francamente
es una obra que recomiendo y si cuentas con un PC en condiciones o
una Xbox One ya estás tardando en hincarle el diente.
TOTAL:
9
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