martes, 5 de enero de 2021

Reseña PS4: Katamari Damacy REROLL

 


Ya era hora de saldar una de mis interminables deudas con el mundo de los videojuegos, sobre todo una tan monumental como lo jamás haber jugado un Katamari. Ganas nunca me han faltado pero la lista de pendientes y deseados es inabarcable, con una tendencia perpetua a aumentar su tamaño cada día que pasa además. Un día dije “BASTA”, concretamente aquel que vi en Amazon que la versión Reroll estaba para reservas y siendo la PS4 mi consola principal de estos tiempos tan convulsos decidí que era momento de dejarme llevar por el extravagante, surrealista, absurdo y rollizo; sobre todo rollizo, mundo de Katamari Damacy Reroll

La saga ya tiene con nosotros sus buenos años, concretamente 16, los pasados desde que su primera entrega en PS2 en el cada vez más lejano 2004. Si para nuestros tiempos la propuesta ya es la mar de original en aquella época era la puta bomba. Catalogado por algunos como uno de los juegos más innovadores y valientes de su generación Katamari Damacy aterrizó en los últimos años de una consola que ofreció calidad y cantidad a partes iguales y aún con esas logró destacar como pocos.


La premisa del juego es la mar de extraña. El Rey del cosmos ha hecho un desmadre por todo el universo mientras estaba de parranda y le encarga a su hijo, el Príncipe, la labor de poner de nuevo en el firmamento toda estrella o constelación que fue mandada a chingar a su madre. Para completar esta labor se le envía a la tierra junto a un katamari, que es una bola que sirve para adherir a su superficie todo objeto existente, para juntar más y más elementos terrícolas que sirvan de materia para nuevos y relucientes objetos cósmicos...sí. Suena como la cosa más aleatoria del mundo, posiblemente lo sea, pero en NAMCO pusieron toda la carne al asador a la hora de hacer el título tan exótico como fuera posible y la jugada les salió de puta madre.



Es un juego llamativo por su historia que termina de enamorar gracias a su arte, apartado técnico, música y jugabilidad; o sea, por todo lo demás. Aunque aquí quiero ser precavido; es una obra que logra enganchar a un público específico. Concretamente a aquel que le importa una mierda que todo los objetos, seres vivos, ciudades, naturaleza y el resto del mundo sume en total menos polígonos que un cuarto de la nalga izquierda de 2B. También para aquel público que atisbe un mínimo de diversión en esto de conducir una bola con un control raro y dificilillo de agarrar el tranquilo...bueno también de aquel que le guste la musicota, porque madre mía QUE PUTA Y GENIAL BANDA SONORA se carga Katamari Damacy. Vamos por partes.

Katamari Damacy va de lo que ya dije, conducir una bola y atrapar con ella todo objeto inerte, móvil, vivo o carente de esta. El juego se divide en diferentes fases pero casi todas van de lo mismo: de iniciar con una bolita, pillar cosas, hacer esa bolita más grande hasta convertirla en bola, seguir pillando cosas, convertir esa bola en una monstruosidad que asimila todo hombre, edificio o deidad que se le ponga enfrente y así todo el juego. 


Puede que este planteamiento jugable suene a ser la cosa más simple y carente de variedad de la historia, de hecho les mentiría si no dijera que en efecto, así lo es. También mentiría si no les dijera que el juego, así como lo ven todo sin chiste es una PUTA GLORIA ADICTIVA que te hace volver a cada rato para ver si podemos romper el récord de tamaño del anterior Katamari, acceder a un sitio no explorado o descubrir un objeto que jamás habíamos acoplado a nuestra bola.


Katamari es uno de esos casos (y de los primeros ampliamente reconocidos) que la originalidad va de la mano con unas mecánicas de juego simples que en conjunto da un resultado mucho mayor a la suma de estas partes. Ya lo hemos vivido con títulos más contemporáneos que comparten esa esencia de Katamari. Juegos como Omnibus que va de controlar un autobús sin frenos, Donut County junto a su idea de meter todo en un hoyo o Untitled Goose Game poniéndonos en la piel de un ganso anarquista. Creo que más o menos me explico, juegos que así a primeras no destacan tanotosi nos ceñimos a sus propuestas jugable aparentemente sencillas y sin mucho más de lo que se ve  que si te logra cautivar se convierte en una experiencia trascendente… o por lo menos te echas unas buenas risas, que tampoco sobran en estos tiempos.

Así que vale. Katamari Damacy ha logrado engancharme desde sus primeras misiones, me he enamorado de prácticamente todas sus facetas. Ver cómo se adhiere un obstáculo que te sacaba 10 palmos hace 3 minutos y te impedía llegar a ese lugar que tanta curiosidad despierta es catártico, casi tanto como ver como el Katamari va a toda velocidad devorando todo a su paso. Pero sin duda alguna lo más destacable para mí es ver cómo los horizontes del Príncipe pasan de no ir más allá de una caja de arena para niños a visitar toda una casa, luego un barrio, después una inmensa ciudad portuaria y descubrir todas sus alocadas situaciones junto a sus personajes únicos y extravagantes haciendo vida, con eso es lo que recordaré por siempre a Katamari Damacy. La curiosidad, las ganas de ver qué aguarda tras ese muro o tras esas colinas a lo lejos es el motor que impulsaba mi Katamari. El extraño control también impulsaba la bolita ya que estamos.

Nuestro movimiento se limita a los dos sticks del control, con ambos impulsados para adelante avanzamos y cambiamos de dirección si solamente seguimos avanzando con un stick mientras que con el otro retrocedemos. Es un lío explicarlo y jugarlo lo es también pero no tanto. Agarrarle el truquito cuesta un poco y para acceder a algunas zonas estrechas requiere de mucha pericia. Por lo general es responsivo aunque en ocasiones es mejor dejarse llevar por el caos, girar y avanzar mientras caemos por una pendiente o cambiar de dirección aprovechando un choque contra un objeto grande. Esto lo digo porque la bola lleva inercia y hacerla parar del todo para acomodarnos puede tragarse mucho de nuestro tiempo. 


La campaña para un jugador va de completar objetivos en diferentes locaciones. La mitad de estos consisten en alcanzar determinado tamaño con nuestro Katamari para formar estrellas mientras que la otra mitad, para formar constelaciones, tira más por adherir un objeto determinado que se encontrará en abundancia por el nivel en cuestión.

Estas últimas misiones son mis favoritas además de ser la puta risa. Para formar cáncer debemos capturar cangrejos que pululan en los sitios más insospechados. Mi favorita es la de formar a Virgo; cuya descripción es la de capturar doncellas con el afán de embellecer el firmamento. Pues bien, una vez bajamos a la ciudad nos topamos con la sorpresa de que TODO está repleto de mujeres, niñas y demás cosas reminiscentes a la feminidad. Es hilarante ver cómo arruinamos el día de exámenes médicos de una escuela al arrasar con todas las alumnas y enfermeras, caer de improviso en un combate de lucha libre de categoría femenil para llevarnos todo o caer en la cuenta que las estatuas con forma de mujer también suman.


Otro par de misiones va de adherir un animal, pero este tiene que ser el más grande que encontramos y solo podemos llevarnos ese espécimen. Puede que necesitemos una vaca pero para dar con la más grande tengamos que sortear becerros, un tipo vestido de bovino, cartones de leche o un enorme toro que corre a toda velocidad por la carretera.


El juego puede durar un mínimo de 6 horas que se elevan de forma considerable si queremos obtener todo el catálogo de objetos o los regalos escondidos que pueden adornar a nuestro príncipe que siempre será visible desde una esquina de la pantalla por más grande que sea el Katamari. No es un título difícil de terminar si no contamos con la tarea de ser completistas. Lo más complicado es sin duda los primeros niveles por las particularidades del control y es normal que no logremos la meta o lo hagamos por muy poco a segundos de acabar la cuenta atrás. Una vez teniendo dominado los movimientos de nuestro katamari todo marcha sobre ruedas, o sobre bola

Artísticamente es… raro. Todo tira por lo minimalista, con diseños simples repleto de cuadrados y esquinas. En las imágenes se ve hasta feo pero ya en el acto se entiende perfectamente que en PS2 se decidieron por esta idea, el mundo está repleto de cosas sin resentir la fluidez en lo más mínimo. Es tremendo lo atiborrado que puede llegar a estar una sola habitación y lo ajetreado ni se diga, TODO SE MUEVE. Uno va corriendo por una habitación y puede ver objetos flotando, moviéndose en todas direcciones, ratones haciendo vida, pelotas rebotando en un parque, luchadores de sumo practicando, un oso con propulsores transitando la calle, artistas de prominente afro tocando guitarra, un grupo de policías buscando un ladrón que escapa por los tejados, una torre humana, un superhéroe surcando los cielos, unos novios admirando el paisaje, monos de juguete marchando, perros o gatos correteando el vecindario, una locura.



En lo que concierne a la calidad del port, podemos hablar de un trabajo regular, cumplidor pero no mucho más. Todo va muy fino y sufrir ralentizaciones es raro, las texturas son de baja calidad, se nota que las han dejado tal cual de PS2, para la gran mayoría de los elementos; parece que solo retocaron de forma concienzuda al modelado del príncipe que se ve súper cuqui. 

La banda sonora es mítica, tiene temazo tras temazo y el compilado resulta de lo más ecléctico. Katamari on the rocks es ya un himno de la saga pero aún teniendo un tema tan icónico no eclipsa para nada el resto de la piezas. Tenemos de todo, una tonada tropical con Katamaritaino, una pieza juguetona y alegre con Lonely Rolling Star, puedes jazzear con Que Sera Sera o cazar cangrejos con la frescura de Katamari Mambo, en serio es una gozada.

Extras no tiene y es una pena. Agregar la opción de cambiar la skin del Príncipe por uno de sus primos hubiera estado de putísima madre o tener a mano la opción de reiniciar una prueba sin tener qué abandonarla, volver al menú e iniciarla de nuevo. El multijugador no lo he probado, así que es un terreno al que no me meto.



Actualmente está disponible para PC, Switch, PS4/PS5 y consolas Xbox. Sin ser una remasterización notable veo en Katamari Damacy Reroll la oportunidad perfecta para jugar un título único, lleno de personalidad y tremendamente divertido si consigues conectar con él, a mí me ha encantado y le pondría más nota pero el trabajo de remasterización no es nada notable, pero que quede claro que el juego está de puta madre. A ver si Bandai Namco se hace un espacio entre sus Code Vein, sus God Eater o sus juegos de Dragon Ball y nos saca uno nuevo que ya es hora.

TOTAL: 8




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