Esto
pensaba mientras estaba inmiscuido en el visionado de una de las
obras que mayor repercusión ha causado en los últimos tiempos
debido a la polémica y los memes que giran alrededor de ella, sobre
todo estos últimos. No es para menos el revuelo, una serie cuya
premisa es la de una universitaria, una chica mayor de edad por
ende, que se engancha con una niña bastante menor es algo que
descoloca a muchos invariablemente de que ya estamos curtidos en un
hobby que se caracteriza por rozar y, en ocasiones, sobrepasar la
línea entre lo aceptable y lo obsceno o moralmente inaceptable.
Esta
obra con un empaque tremendamente adorable que en realidad es traída
desde el puto infierno fue maquinada por Doga Kobo, estudio experto
en series cómicas, con romance y así ya veteranos en el sector. La
verdad es que hasta esta serie no había visto absolutamente nada de
ellos, lo que refleja lo desapegado que estoy del mundillo en estos
años teniendo en cuenta que ellos han estado chambeando bien macizo
con Gabriel DropOut, Himouto! Humaru-Chan y la de las viejas estas
que se ponen rocosas en el gimnasio.
La
historia se centra en Miyako, que como dijimos antes es una
estudiante universitaria, con un don nato para confeccionar vestidos
y trajes fabulosos. La joven es una ermitaña, dado a su fobia social
decide quedarse lo más posible en casa y el vínculo más cercano es
el que tiene con su propia hermanita Hinata. Un fatídico día la
hermana de Miyako decide traer consigo de visita a una de sus amigas
de la escuela, Hana. Nuestra protagonista al ver a la pequeña y
tierna Hana se vuelve local, pero literal… pierde la puta cabeza y
nace en ella la imperiosa necesidad de relacionarse con ella, caerle
bien y ganársela de amiga. Pero por su torpeza a la hora de
socializar, o porque Miyako es una criminal en potencia. la
interacción inicial con Hana es desastrosa, quedando como una
acosadora y pervertida de la cual hay que andarse con mucho ojo. Más
amigas de Hinata se van añadiendo a la lista de personajes
recurrentes, siendo Noa la que completa el trío de pequeñajas que
pululan por la casa de Miyako y la involucran en sus juegos.
Creo
que con esta serie presencié por primera vez una obra que abarca
total y perfectamente lo relacionado con el término “moeshit”.
En serio, se nota que el estudio se ha desvivido para hacer a Hinata,
Hana, Noe y compañía tremendamente dulces y adorables, pero debido
al contexto tan turbio que se cierne sobre la serie el que sea todo
bonito y tierno pasó a un segundo plano para mí. Simplemente no
pude dejar de sentirme incómodo durante toda la serie al saber las
intenciones de Miyako.
Podemos
catalogar la serie como un “slice of life”, con su comedia
situacional incluida. Los momentos más álgidos son aquellos donde
Hinata pone en un pedestal a su hermana mayor o la presume a otras
personas agraciándola de manera exagerada y completamente irreal.
Junto a estos están los momentos donde Miyako se queda a cargo de
las niñas y lucha por superar su fobia social a la par de por no
convertirse en el enemigo público número uno de la policía y la
asociación de padres de familia de la localidad a la hora de
interactuar con Hana, la cual ya la tiene fichada y deberá aprender
a convivir con los desplantes de de la hermana mayor de su amiga
Hinata.
Wataten!
tiene escenas que no dejan espacio a otra interpretación que no sea
la de dejar a Miyako como una enferma. Si a esta serie le pones
música de suspenso y le cambias el estilo artístico por uno más
sobrio te queda el jodido Thriller del año… pero fácil. Como
ejemplo perfecto tenemos una escena acontecida durante los primeros
capítulos. Las niñas juegan a las escondidas, Miyako se topa con
Hana mientras se introducen dentro de un armario para ocultarse
teniendo así uno de los encuentros más cercanos entre ambas: Miyako
se empieza a ruborizar y los sugerentes enfoques de cámara mientras
Hana se aproxima a Miyako hacen de la escena se convierta en una de
las más “qué carajos” que haya visto en mi vida . Sé que esta
parte es ya un cliché, de tener al ansiado amor platónico tan cerca
y a la vez tan lejos en una situación que da para las risas y la
calentura, pero partamos de su contexto, no vemos a dos adultos o a
un par de estudiantes de instituto, sino a una mujer con una niña
pequeña. La serie va a lo que va sin insinuaciones sutiles.
Otras
escenas más leves pero igual de “sospechosas” son unas
recurrentes donde Miyako soborna a Hana con dulces y pasteles para
que esta acceda a posar con los vestidos que la primera confecciona
mientras le toma fotos para su disfrute. De ahí a invitar a niños
de un parque a que se monten a una furgoneta prometiendoles
bocadillos gratis solo hay un paso, yo nomás digo.
Durante
la primera mitad de la serie no pasa absolútamente NADA, más allá
de recurrir al gag de Miyako a tope con Hana hasta hacerla sentir
incómoda, Noa pavoneándose de ser la niña más linda del barrio,
Hinata teniendo a su hermana mayor en como una especie de ser de luz,
o el trío de niñas “ayudando” a la prota con su ansiedad
social. La verdad es que no me quejaría si estas situaciones fueran
para chistes de única ocasión pero se repiten más que el ajo y ni
siquiera resultan genuinamente cómicos. No estoy pidiendo que me des
un puto desarrollo de personajes ni mucho menos, que esto es un slice
of life… pero trata de hacerme gracia QUE ME ABURRO.
El
ÚNICO episodio entretenido es el sexto, justo a la mitad de la
pendeja serie. Aquí se presenta un nuevo personaje que resulta ser
compañera de instituto de Miyako y para nuestra sorpresa tiene una
conducta acosadora contra nuestra protagonista, además de
idolatrarla hasta al absurdo. Ver a Miyako desde el otro lado de la
moneda es mínimamente interesante. Evidentemente este capítulo no
es ningún punto de inflección ¿Para qué variar un poco en la
dinámica de la serie si podemos llevar a cabo la otra mitad
prácticamente igual?
Efectivamente
el sexto episodio se queda, para mí, como el mejor de la serie. Para
la recta final, a los 10 capítulos si somos precisos, yo ya estaba
hasta los huevos de todo: de Miyako quedando en evidencia en casi
confirmarnos de su interés romántico con Hana, de que hubiera
episodios completos donde la gracia es que la tropa va a un centro
comercial o similar y la prota sufra por tratar de desenvolverse en
público… pero sobre todo de que no pasara NADA la mayor parte del
tiempo más allá de estar en plan “¡¡mira nada más que monada
de niñas!!”.
Y
hablando de monadas, la serie da lo que promete. Con un estilo de
dibujo que apelan a nuestro instinto de adorar y proteger todo lo que
es chiquito, redondito, suavito y con ojos grandes me cuesta
encontrar otro anime cuyos personajes estén diseñados de manera tan
efectívamente linda. No es una obra que destaque por una animación
despampanante pero sí por notarse el esmero en dotar de expresión a
los personajes, sobre todo en lo facial; viendo todo la chamba que ha
puesto el estudio en este apartado entiendo que hayan salido
infinidad de memes e imágenes de reacción. No le puedo poner
ninguna pega a trabajo de los actores de doblaje. En cambio la música
usada dentro de la serie suena como si se tratara de una nana y no
destaca apenas.
Dejando
claro el por qué la serie no me ha gustado no puedo hacer una
recomendación amplia de Wataten! en lo personal. Pero SUPONGO que si
logras desconectar el inmoral contexto que rodea la relación de
Miyako con Hana y buscas un slice of life sin más pretensiones que
ser mono pues… PUEDE que te guste dentro de todo.
TOTAL:
4
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