Watamote es la última serie que he visto, como siempre no
esperaba absolutamente nada de ella más que una sucesión de episodios con la
protagonista haciéndola de idiota a base de chistes y gags físicos… no me
equivoqué en ese aspecto para nada pero, para mí grata sorpresa, expone un
punto muy interesante, tratando de evitar lanzarme un rollo sumamente largo de
varios párrafos diré que Watamote es un “¡Que te jodan!” brutal a toda serie
que tiene como primicia presentarnos un protagonistas solitario, amargado o ambas al inicio de la trama para
con el paso del tiempo y por arte de magia llenarse de amigos/novias/amantes y
vivir así estúpidas, divertidas e irreales aventuras.
Dicho esto Watamote es sin duda alguna una propuesta la mar
de interesante, pues ya no solo se dedica a golpear fuertemente a la cara a
toda “típica comedia de vida escolar” a base de contrastes donde nuestra
protagonista busca obtener como un típico personaje de una comedia cotidiana el significado de la vida, como en muchas otras obras, pero con resultados inesperados que sienta como un cubetazo de agua fría, sino también nos ofrece una perfecta antítesis del estereotipo
más común –tímida, dulce, con muchas ganas de tener amigos, simpática,
agraciada, inocente….todo bonito y hermoso-, Tomoko es tímida…pero hasta ahí,
todos esos pilares que sirven de sostén para el prototipo de protagonista genérica son explotados, totalmente pulverizados y mandados a la puta mierda
cuando Tomoko en la infinidad de diálogos internos se destapa como una
completa perra resentida, enojada y prejuiciosa siendo capaz de clasificar
negativamente a todo ser que, al contrario de ella, sea feliz, aparte de tener unas enormes ganas de caos e infelicidad para resto de mortales.
¿Vale la pena darle una oportunidad a un producto que se
burla de sus similares con una protagonista desgraciada y con una notable fobia
social pero capaz de montarse unas películas y puñetas mentales donde no hay
nada de forma fenomenal? Ja, pues antes de entrar de lleno les digo, sí.
La historia de Watamote no tienen nada que ocultar; Tomoko
es una estudiante que está a punto de iniciar la preparatoria y ha decidido
darle un vuelco total a su vida. Verán, Tokomo tiene incontable experiencia en
mantener relaciones con los chicos pero de forma meramente virtual gracias a
los juegos simuladores de citas…o similares, en la vida real nuestra
protagonista es todo lo contrario, apenas pudo mantener una amiga de la
secundaria y ha pasado toda esta fase con muchas penas y nada de gloria, si
queremos dedicarle algo sobre sus experiencias amorosa se nos es imposible pues
con chicos su contacto es nulo.
Con el nuevo ciclo escolar amenazando en el horizonte
nuestra protagonista agarra todos los ánimos y piensa dejar atrás aquel periodo
sombrío de secundaria para convertirse en una chica totalmente popular a base
de conseguir amigos y en el mejor de los casos hasta un novio…por desgracia
Tomoko choca de forma abrupta con sus propios demonios.
No nos engañemos, he usado “tímida” para calificar la
protagonista de Watamote pero en realidad tiene una tremenda fobia a entablar contacto con las personas, aun pasando varios meses es incapaz de hacer buenas migas con
alguien limitándose solo a estar sentada en el rincón del salón sumergida en sus pensamientos donde tenemos unos monólogos demenciales y con una carga absurda de prejuicios.
Tomoko es la única culpable de su situación actual debido a sus paranoias y al darse cuenta de esto no le queda más que mover viento y marea para mejorar.
De forma más o menos detallada los anteriores párrafos
describen los primeros compases en todo este viaje en busca de salvar su
agónica vida social a base de intentos desesperados, resaltando aquellos
comportamientos y acciones típicos de cualquier chica que, como Tomoko, empieza
como un fantasma para terminar siendo la más deseada del instituto... pero sin que suceda esto.
Teniendo en cuenta la naturaleza de la serie olvídense de
las escenas inocentes, felices, cargas de ternura y amistad, en lugar de eso
presenciamos la caída sin frenos hacia la desesperación de la protagonista, cada episodio
transcurrido no hace más que amargar la vida de Tomoko, volviéndola de verdad
en una maldita hija de puta con pensamientos macabramente absurdos, pesimistas e inclusive con cargas
de tensión sexual no resueltas.
Sus intentos son de lo más variopintos y van desde un simple
cambio de imagen, recuentros con su vieja amiga, comportamientos estúpidos en
el salón de clases y realizar acciones o buscar cosas que según ella ayudarían
a tener una vida más interesante para llamar la atención de todo el personal.
La cosa no consiste sólo en intentos -fallidos- por elevar su estatus social y caer bien al intentar tener una vida interesante e involucra hacer todo tipo de estupideces que ponen en peligro su integridad... como, y no estoy de coña, intentar ser acosada por alguien en el metro para contarlo a las demás chicas.
Todo esto lleva a momentos desternillantes y sin cortase ni un sólo pelo cuando se trata de referencias muy subidas de tono o con un doble sentido ridículo,
dejando a Tomoko a la altura de un depravado profesional. Estoy obligado a
resaltar las tremendas películas montadas en la mente de esta chiquilla, el
grado de distorsión de los hechos –viles mentiras en realidad- para hacer sonar
la situación más interesante como parte primordial del personaje, también el hecho
de fantasear y esperar siempre lo mejor por más pendejo que parezca. Tomoko
será lo más brutal en sus diálogos internos; pero cuando toca hablar con
alguien en la vida real simplemente no puede, tartamudea, su voz es tenue hasta
perderse y solo puede mantener conversación normal con su familia dando la
impresión final de ser un “Quiero pero no pinches puedo” dado al tremendo
pavor… al final de cuentas, la batalla de Tomoko parece perdida desde el primer
momento en que trata de entablar comunicación
Vamos a ser sinceros, la protagonista logra de forma
sorprendente hacernos sentir algo hacia ella muy fuerte…. Uno de verdad SIENTE
PENA por Tomoko pero también cierta simpatía por la forma en que arruina todo intento de triunfar y toda la clase
de problemas echados encima innecesariamente acompañado de su envenedada personalidad...vamos, estamos hablando de la antítesis absoluta de la “chica mona” y eso resulta
muy llamativo.
No hemos abordado a otros personajes aparte de la principal
protagonista…y no lo haremos ahora porque ninguno llega a ser relevante, todo gira alrededor de Tomoko y si alguien
aparece sólo puede significar más problemas para nuestra
protagonista, aun dejando claro desde el prima de la verdad imparcial que ninguno busca
molestarla. Teniendo a esta puta loca como ama y señora de la serie en un 100%
solo puedo advertir que si desde un principio te molesta lo insoportable de su
ser es mejor salir corriendo, pues toda desgracia, toda pena, toda vergüenza recae en ella
mientras el resto del mundo vale completa madre…bueno, exagero en esto, el
hermano menor tiene algunos momentos y dejan muy mal parada a la protagonista, o sea nada extraño.
La estructura del episodio tampoco es nada del otro mundo ni
utiliza recursos extraordinarios totalmente innovadores que están fuera de lo
común. En los 24 minutos de duración vemos a Tomoko enfrascada en algún dilema
para después barajas sus opciones y ponerlas en práctica con sus
características fantasías absurdas, especulando resultados y con el posterior fracaso inevitable, sumiéndola más y más en su
frustración.
Dichos todos estos elementos vuelvo a lanzar otra
advertencia, la serie claramente no es para todo el mundo, tiene fuertes cargas
de contenido subido de tono pero esto no es el problema, existen muchísimas
referencias a otras obras de anime y manga…las cuales no he captado, además la
protagonista realiza verdaderos actos de completo subnormal transmitiendo un
sentimiento increíble de vergüenza/pena ajena difícil de digerir.
La animación no destaca en cuanto a diseños más allá
de la protagonista y su mejor amiga, donde si destaca es en los efectos
visuales, desde el cubismo utilizado que simboliza a una Tomoko rota, a una
distorsión de imagen, desenfoque de silueta o un efecto “borrador a lápiz” muy
resultón, también destaca una dureza de expresión en las caras en ciertos
momentos y escenas y enfoques de cámara que recuerdan indudablemente a otros animes pues el objetivo es hacer referencias cada 10 segundos. Las locaciones son entornos familiares
de cualquier estudiante pero muy simplones, prestándole nula atención.
La banda sonora tiene un muy potente tema de apertura junto
con uno muy simpático de cierre, ya dentro de la serie abundan tonadas dignas
de videojuegos de 8 bits y no se olvidan de tener temas adecuados para cada
situación, desde alegres canciones a algunas melancólicas. Casi nunca lo hago
pero la voz con la que cuenta Tomoko amerita una mención, es un verdadero
puntazo, durante sus conversaciones internas habla fluido, decidida y clara
mientras que a la hora de comunicarse crea un verdadero contraste, voz apenas
perceptible y con unas pausas y tartamudez angustiantes a la par de
desesperantes.
He pintado muy bien Watamote y de verdad la recomiendo si
eres realmente afín a la comedia, no niego que el protagonista y el mismo
desarrollo de algunos episodios la pueden volver muy pesada y tampoco
recomiendo verla de una pasada, me agrada más la idea de visionarlo cuando no se tiene otra cosa mejor que ver.
Otra cosa, la serie no está conclusa en el sentido más
estricto, dado que es la adaptación de un manga se ha optado por sacar la
continuación del episodio final en forma de OVA y la verdad veo mejor este
formato cada cierto tiempo a sacar otra temporada, la fecha es octubre de este
año.
TOTAL: 7
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