jueves, 6 de agosto de 2015

Reseña NDS: Big Bang Mini





 Big Bang Mini pertenece al grupo de títulos que nutrieron a la portátil NDS de grandiosos “mata marcianos” y en mi opinión es uno de los tres componentes que conforman la triada sagrada del género en esta consola, junto a Super Space Invaders y Geometry Wars.

En realidad no soy muy fan del género, me divierten en demasía pero podría vivir sin ellos en caso de que desaparecieran de la faz terrestre. También es cierto que no puedo estar con un juego de esta índole por mucho tiempo por más que quiera, pues sus mecánicas sencillas se prestan para partidas cortas y como complemento de otros juegos: Así es como he tratado a Big Bang Mini desde hace varios meses y apenas este domingo lo di por terminado.


Dando por adelantado algunas de mis conclusiones puedo confirmar que estamos ante un buen producto, divertido y en lo que cabe con mecánicas variadas y novedosas que terminan de cuajar bien… la propuesta es interesante, curiosa y bastante disfrutable con una cantidad sustancial de contenido para entretenernos por un rato considerable.

Si bien es cierto que se tiene fuertes semejanzas con sus colegas existen mecánicas que no había visto usarse así hasta ahora. Somos una especie de maestros pirotécnicos y nuestro deber es iluminar los cielos con espectaculares fuegos artificiales, para que estos terminen en cientos de luces es necesario pegarle a los diversos enemigos que acechan por toda la pantalla; no intentemos encontrarle lógica a esta madre, carece de ella. A lo que vamos. Nuestro ser/persona/nave está representado como un punto en la pantalla inferior de la consola, la madre no puede hacer absolutamente nada, tan siquiera los proyectiles que usamos para atacar provienen de él; ese punto funciona solo para que nuestros enemigos tengan algo a que destruir y es nuestra labor moverlo por toda la pantalla evitando que muera.

 

El resto de mecánicas más básicas no tiene ninguna sorpresa. Hacer un trazo hacia arriba con el lápiz táctil nos permitirá lanzar los fuegos artificiales para intentar hacer daño. Sin embargo estas cosas son arma de doble filo pues en caso de no atinar a un objetivo el proyectil impactará a la pantalla y los peligrosos remanentes de la explosión se dirigirán a nosotros, teniendo que preocuparnos por nosotros mismos también. Este sistema sirve para apalear la tentación de disparar a lo estúpido sin penalizaciones, llegar a eso se traduce en aun más peligros que nuestro punto tiene que sortear.

Eliminar a los bichejos en la pantalla nos otorga estrellas que llenan una barra en el lateral, esta determina el avance del nivel y al llenarse nos manda al siguiente, con la posibilidad completar una zona de bonificación. Atinar a los enemigos no es tan sencillo, necesitamos adiestrarnos un poco en el uso de la táctil para atacar y evitar ser alcanzados por un enemigo al mismo tiempo a la vez de estar atento a la dirección del viento y a la posición cambiante de los enemigos.

Aprender a jugar es rematadamente “sencillo”, pero conforme avanzamos en los diferentes niveles mecánicas inéditas van añadiéndose, estas pueden ser exclusivas del escenario, además las exigencias son mayores y a la mínima nos freirán apenas salgamos de los pasos iníciales. Hacer un potente disparo cargado que atraviesa obstáculos o escudos enemigos y lanzar misiles dirigidos con el gatilló son las habilidades permanentes, pero a estas se les suman las propias de cada nivel, necesarias para facilitarnos mucho las cosas: lanzar disparos cargados al ritmo de la música, parar el tiempo unos instantes, atravesar rayos de manera temporal o activar escudos para ser invulnerables son algunas de estas monerías. 

 

El uso de estas mecánicas funciona para evitar que la fórmula se gaste demasiado rápido no limitándose a meros beneficios y potencializadores, también nos esperan bastante putadas. Cada nivel tiene enemigos, obstáculos y peligros únicos, en algunos casos estos son verdaderos dolores de cabeza donde se le pide al jugador tener una pericia muy elevada que no perdona los errores.  Esto me gusta, iniciar un nuevo nivel es volver a adaptarse a adversidades que seguramente apenas se parezcan a lo visto en el nivel anterior, ejemplos sobran: Mientras en el nivel de Nueva York tenemos que evitar enemigos que invaden la pantalla inferior en el nivel de París nos atacan bichos que se concentran en mandarnos decenas de proyectiles teledirigidos y toca administrar el tiempo para detenerlo en el momento indicado o de ahí nos  mandan a las profundidades del abismo donde el oxígeno es escaso y minas acuáticas nos destruyen si llegamos a tocarlas.

En total nos esperan 9 niveles, cada uno con 9 fases más el jefe y una batalla bastante puteante con el jefe final. La dificultad es creciente  y si bien nunca llega a límites desesperantes se le puede achacar buena cantidad de derrotas por las precisiones que el control exige…o igual es gracias a que estoy un poco imbécil y me hago un lío con el control táctil, desde activar poderes a destiempo a no pulsar exactamente donde está el punto que tenemos que proteger provocándole la muerte irremediable. 

 

Los que no tienen suficiente con el modo Arcade estarán contentos al tener un buen puñado de modos disponibles que con el tiempo se irán desbloqueando, destaca un modo retro donde se los disparos certeros continuos multiplicarán nuestra puntuación, otro modo idéntico al Arcade pero con puntaje de por medio, el modo misión donde tendremos que acabar una serie de objetivos en cada nivel y un modo relax para admirar sin más los fuegos artificiales en cualquier escenario que queramos.

El apartado gráfico me ha gustado mucho, se aleja de ofrecer algo puntero en realidad pero el colorido y la espectacularidad está servida… sin ralentizaciones o parones de algún tipo. Cada nivel tiene su propia estética alejada de la sobriedad para ofrecernos enemigos desternillantes sobre fondos muy vistosos. La cantidad de diseños para los rivales es muy abundante, prácticamente cada escenario cuenta con 5 o 6 tipos de enemigos exclusivos y es una gozada verlos, aunque en algunos casos las cotas de surrealismo llegan a niveles muy exagerados, como en Brasil, donde nos defendemos de participantes de un carnaval con todo y disfraz para enfrentarnos a un DJ con instrumentos musicales… todo muy loco. 

 

La cantidad de elementos en pantalla puede llegar a ser abrumadora, entre enemigos y luces de colores me sorprende la solidez con la que el juego se lo toma, vamos, para las capacidades de la NDS lo que vemos en pantalla es considerable.La música apenas destaca, acompaña bien y le dota de más personalidad pero poco más, ni siquiera recuerdo alguno.

TOTAL: 8

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