domingo, 23 de diciembre de 2018

Reseña Anime: Kuzu no Honkai

 

Por mi cabeza pasó la locura de hacer otra reseña a un anime de un género que desconozco en gran medida. Más que ser un amargado que odia el amor y a los monitos chinos que buscan la felicidad con otros monitos mi poca experiencia en las series románticas es por mero desinterés. Digo, Toradora! es uno de mis eternos pendientes que con el pasar de los años no hago más que acumular recomendaciones de ella y así tenemos otro buen puñado de los supuestos referentes del género.

Menciono específicamente a Toradora porque Kuzu no Honkai me la han vendido como el “Toradora con resultados sexuales”  y con esas palabras debo de admitir que el morbo creado entorno a esta declaración fue lo suficientemente potente para decidir darle un vistazo…  más de un año después de su finalización; además el estudio detrás del proyecto es Lerche y luego de fumarme Asobi Asobase en dos tardes hace algunas semanas me impulsó a acelerar mi ritual de visionado de series; este consiste en poner la carpeta en una esquina del escritorio y esperar a que ya no tenga ningún videojuego, serie en Netflix o película qué ver en el cine… el proceso puede llevar literalmente años (Saber Marionette J está agarrando polvo en algún sitio).

Basta de cháchara, que aquí venimos a rostizar un anime y a eso voy enseguida ¿ O puede que no?.





Kuzu no Honkai es una serie que gira entorno al amor como muchos otros animes, solo que no es la obra romántica/bohemia que transcurre en un verano con los típicos chiquillos de instituto pasándola de puta madre mientras se agarran tímidamente de la mano bajo una noche llena de fuegos artificiales, de esas románticas donde el poder de la amistad y el amor superan hasta las barreras de la muerte o del embarazo no deseado. No señor, el amor y las relaciones interpersonales son los engranajes que hacen girar a la trama de Kuzu no Honkai pero de una manera enferma y retorcida que te hace odiar a todos los personajes hasta el punto de desearles el exterminio mediante la caída de un meteorito.



Hanabi Yasurouka y Mugi Awaya son una pareja como cualquier otra, su noviazgo levanta suspiros y envidias al considerarse modélica, sin embargo esto es de caras al público porque en realidad estos dos muchachos están juntos por una relación alimentada de frustración, egoísmo y autoengaño. Verán, Hanabi está colada desde hace mucho tiempo atrás por un maestro de literatura que imparte su clase en el instituto, el profe Kanai para los cuates. Esta atracción platónica nace desde hace años dado que Hanabi es su vecina y coincidieron estudiando en la misma escuela aunque en grados diferentes, obviamente durante este lapso de tiempo pasan cosas que hacen florecer en nuestra joven protagonista sentimientos fuertes.

Mientras Hanabi ya tiene lo suyo con Kanai, Mugi está perdidito por Akane, otra maestra que da clases en el mismo instituto, otra relación que parece casi imposible de conceder.  Estando claro que Hanabi y Mugi no pueden aspirar a mucho más con las personas que desean deciden una unión en busca de satisfacer sus necesidades afectivas. La cosa no queda ahí nada más pues esta pareja solo busca mitigar sus frustraciones y aprovecharse del uno al otro para meramente obtener placer.



Lo que al principio parece la parejita perfecta pasa a este pacto enfermizo en cuestión de minutos y conforme avanzan los episodios vamos metiéndonos más y más en la vida de los dos protagonistas hasta tener montado una puta red asquerosa donde un montón de personas empiezan a relacionarse entre sí de maneras simplemente horrendas como si de un culto al amor tóxico se tratara… joder es que todo llega a cotas tan grandes que pensé que la única manera de que esto terminara de manera mínimamente lógica era en los juzgados con alguien acusado de homicidio o con todo los involucrados en la trama en un duelo a muerte con cuchillos en una plaza durante la puesta del sol para decidir quién termina vivo.

Ahora bien, la premisa suena muy interesante, el alejarse de los tropos que han inundado este tipo de series podría ser un verdadero soplo de aire fresco. Un anime con enfoque total al amor desde una visión más oscura y donde se abordan las diferentes problemáticas que acarrea el deseo que tenemos de entablar lazos afectivos con otras personas como la frustración, la indecisión el miedo al rechazo o el egoísmo y la búsqueda de placer utilizando a otros es una propuesta muy atractiva, desgraciadamente Kuzu no Honkai no es más que una obra pretenciosa que tira a un excesivo drama que en lugar de hacerlo sentir humano lo convierte en una historia digna de la peor telenovela y eso es solo es uno de los muchos problemas que tiene.



La primera pega lo tenemos con los personajes principales, Hanabi y Mugi. Hanabi es una chica que está en el punto álgido de la adolescencia y desde el primer minuto se nos muestra como un personaje introvertido aquejado por la incapacidad de estar junto a su amor platónico. Es durante los tres capítulos siguientes donde nuestra protagonista desarrolla su faceta más grotesca, debido al dolor que la aqueja ha decidido arrojarse junto con sus sentimientos verdaderos a una trinchera y de tener un concepto idealizado casi fantástico del amor pasa a ser toda una zorra que no dudará en utilizar a quién tenga enfrente para saciar su hambre de cariño y placer. El tratamiento de Mugi es algo diferente, también es un hijo de puta pero la serie no lo aborda tanto como a Hanabi y sus verdadera intenciones y deseos permanecen ocultos durante gran parte de la trama, otra cosa cierta es que su desarrollo es significativamente menos profundo que su pareja.

Ahora bien, la serie se centra una barbaridad en Hanabi y dado su personalidad taciturna se le otorga muchas escenas de introspección para que exista alguna evidencia de que el personaje está vivo y se desenvuelve en su entorno… y vaya que lo hace… de manera HORRENDA. Durante buena parte de este anime vamos a ver cómo Hanabi habla con ella misma de manera metafórica, de hecho la metáfora se materializa como otra Hanabi de apariencia espectral En estas partes la protagonista entra en dilemas morales bien cabrones (me lo cojo o no me lo cojo), es aquí cuando la Hanabi fantasma hace acto de presencia para tratar de hacerse entender a ella misma que el siguiente paso es decisivo y está a punto de cometer un acto lamentable… este sí, es como cuando Dios en su forma de Jesucristo se pidió piedad a sí mismo en la cruz, pero con menos drama.



Además de estos enfrentamientos mentales consigo misma tenemos muchísimos monólogos internos que en la mayoría de los casos resultan redundantes o en el peor de los casos, sobre explicativos. Se supone que estas escenas pretenden construir un personaje con cierta profundidad y complejidad pero en realidad nos hacen sentir como auténticos idiotas ante secciones del capítulo que explican y retoman sucesos que uno mismo puede entender perfectamente sin la necesidad de que Hanabi nos comente la jugada en repetición. Es como si yo saliera en una escena bajando las escaleras para ir a la cocina y prepararme un plato de cereal con leche para justo cuando me lo estoy comiendo mi voz en off sonara diciendo:

- “Me he levantado tarde y con mucha hambre, así que he decidido asaltar mi cocina en busca de alimento, he bajado las escaleras, he cruzado la sala y he abierto mi refrigerador para buscar el desayuno, bien pude hacerme un emparedado o calentar las sobras de ayer, pero no, he decidido zamparme un platazo de cereal con leche light descremada porque puedo y me apetece hacerlo; justo ahora me lo estoy comiendo… mi cereal… con leche descremada que he comprado previamente de la tienda… para tomármela junto al cereal… de maíz sabor cacahuate...sí, ahora puedo sentir cómo mi hambre es saciada gracias a la ingesta del cereal con leche”.

La cosa no termina aquí y no es exclusivo de las escenas donde Hanabi aparece. La serie recurre a todo tipo de elementos visuales o flashbacks repitiendo alguna escena para remarcar donde tenemos que mirar, a qué frase tenemos que poner especial atención o en que parte de la escena está pasando algo. Para esto acude a imágenes en completo negro con alguna frase remarcada en el fondo o interrumpiendo la secuencia pegando un cuadro enorme donde está aconteciendo algo importante que la serie quiere que pillemos a la primera, si es que casi te pone una puta diapositiva de Powerpoint para estos fines y no sé… este tipo de decisiones para exponer la trama me hace sentir como un puto crío que necesita asistencia para ir al retrete, como si me dijeran “AQUÍ ES DONDE TIENES QUÉ VER, AQUÍ Y EN NINGÚN LADO MÁS, IMBÉCIL”



Además de esa perpetua sensación de que la serie no nos cree aptos para entender su contenido le hace un flaco favor al ritmo de la serie pues no hay otra forma de considerar esto como interrupciones y con el tiempo se vuelven pesadas de ver, neta hay episodios con tanta carga de sobre exposición que bien le podían quitar todo este relleno y te quedaban casi 3 minutos de material desechable.



Retomando a los personajes cabe decir que la faceta que desempeñan durante su presentación es prácticamente la única que veremos en toda la serie. No estoy en contra de que Kuzu no Honkai se quiera centrar en demasía en la red poliamorosa tóxica que se ha marcado el personal y que para eso exponga el lado más oscuro de sus personajes… pero cuando la Hanabi del primer minuto del capítulo uno es la misma Hanabi del capítulo 11, con alguna escena esporádica donde pega un cambio de personalidad abrupto, es señal suficiente de que vamos mal en cuanto a  la caracterización del personaje en cuestión.

Yo no sé, sinceramente, de donde saca la gente que los personajes se siente realistas al punto de que uno puede considerarlos como gente de verdad con la cual empatizar si al final del día cada uno de ellos está encasillado en un arquetipo muy bien establecido que siguen al pie de la letra la mayor parte del tiempo. O sea sí… son egoístas y a cada rato mencionan lo infelices que son, el temor del que son presa, son asquerosamente autocondescendientes en ocasiones y llegan a odiar y despreciar muy fuerte al prójimo…como las personas lo hacen a veces… pero esto no los vuelve buenos personajes, mucho menos profundos. Son tan al cialmente dramáticos TODO EL PUTO TIEMPO que pareciera que no conocen otro puto estilo de vida además de estar pegándose vergazos contra la pared.



Y antes de volver a retomar a los personajes (que tienen bastantita tela qué cortar) me desvío para hablar sobre el ritmo. Los primeros 3 episodios son de mera exposición en el sentido más literal de la palabra, prácticamente todos los personajes junto a sus intenciones hacen acto de presencia durante estos capítulos, adoleciendo de lo que comenté más arriba de ser unidimensionales, pero dramáticos hasta el infinito.  Del capítulo 4 al 12 las cosas avanzan con una lentitud alarmante que se ve acrecentada por la ineptitud de todo el personal por hacer algo que cambie mínimamente las tornas en esta puta mierda. Si la historia avanza es porque de un momento a otro pasa alguna estupidez que provoca un cambio repentino en el accionar de alguien para forzar una evolución en los protagonista y esto pasa sin venir a cuento luego de que algún personaje es iluminado por nuestro señor Jesucristo que recurre al tradicional “amiga, date cuenta” para evocar el paso del amor a la indiferencia o visceversa en un instante. Es como si una mañana me levantara pensando “Dios, tengo que casarme con mi vecino” siendo que lo detesto desde siempre por poner su puta música a las 2 de la mañana ¡NO TIENE SENTIDO! Y ejemplos tenemos varios pero el más interesante a mi ver es el siguiente:

Moca es uno de los secundarios que están sumergidos en este mar de inmundicia. Está enamorada desde niña de Mugi y no tiene ningún reparo en declararlo a los cuatro vientos, así se presenta y así se despide por varios capítulos hasta que vuelve a reaparecer para una cita con Mugi. Bueno pues en el transcurso de esta cita tenemos los clásicos monólogos internos y la exposición detallada de Moca en plan “desde siempre he sido una niña que le encanta ser mona y estar mimada” cosa que no hace falta porque durante su primera aparición en los primeros episodios queda claro que es así, más allá de tener una personalidad típica de cría berrinchuda que está hechizada por un cabrón que ni puto caso le da… pero lo fuerte viene cuando después de dar por culo diciéndo que Mugi es el príncipe azul que soñó por siempre le toma 6 segundos cambiar los sentimientos hacia este hombre y ya podría darle un puto aneurisma a Mugi que Moca ni siquiera lo notará porque ya no le interesa. Lo anterior hace cambiar la perspectiva que Mugi tiene del mundo y la trama marcha a paso de tortuga ¡VIVA LA VIDA!



Y lo mismo pasa con una amiga de Hanabi que está enganchada por ella, Ecchan. Ambas se conocen durante el examen de admisión a la escuela y por el apoyo moral que Ecchan recibió de Hanabi siente maripositas en el estómago cuando la ve, todo muy bonito, inocente e irónico porque estamos ante un amor platónico. Aun con esas Ecchan se las arregla para llevarse a Hanabi a la cama aprovechándose de su mente atormentada… aunque lo que no sabe es que Hanabi también se está aprovechando de ella para entrar en calor durante época de frío y pues queda en eso durante un buen rato. El desarrollo que vive Ecchan es mínimo y básicamente funge como persecutora de Hanabi para que la siga tratando como juguete.



Si la serie no se preocupa por darle un tratamiento decente a sus protagonistas y solo se jacta de que son súper profundos, sexualmente activos y filósofos ya me dirás tú cómo coños quieren que esto resulte interesante. Kuzu no Honkai se deja ver tan bien como lo haría un pleito matrimonial en medio de la calle, ambos son una putísima mierda asquerosa y horrible pero el morbo puede lo suficiente para seguir mirando hasta ver su culminación.

El festival del drama barato lo completan Kanai y Akane, los profesores. Kanai es un buenazo que le cae simpático a todo el mundo y siente una fuerte atracción por Akane, que entre ambos va a surgir algo se puede ver desde que uno está descargando el torrent y sí… ya en el primer episodio se nos grita hasta dejarnos sordos que Kanai quiere andar con Akane. Lo interesante es cómo *SPOILERS DEL CAPÍTULO 3* Akane termina por mostrarse por completo y resulta ser una perra que solo busca alimentar su enorme ego dejándose querer por todo hombre que respire en el mundo con tal de recibir atención y el verdadero placer que esta señora siente es provocado por la satisfacción que le deja saber que ha conquistado a un hombre que es querido de verdad por alguien más. Akane se alza desde la oscuridad como el auténtico villano de la serie y enciende las alarmas en Hanabi. Akane se mantiene en modo perra toda la serie, la excusa de la profesora para acostarse con todo el mundo y jugar con sus sentimientos es que lo hace porque así lo quiere y punto.



Teniendo sobre la mesa este elenco de personajes uno podría esperar algo potable, en mis anotaciones después del tercer capítulo remarqué una buena posibilidad de que la trama arrancara y esto se convirtiera en una guerra… pero Kuzu no Honkai decide que las cosas no necesitan cambios progresivos durante la serie y que es mejor adoptar tres o cuatro sucesos que sean suficientes para llegar a la conclusión, mientras que a los personajes los podemos mantener en el máximo estado de estrés posible sin queja alguna.

La dinámica del grupo es la de un versus “Free for all” todos contra todos a lo Smash Bros. De alguna manera todos los personajes serán amados y odiados por alguien, de Moca y Ecchan ya hemos hablado, así como también de Kanai y Akane… pero ¿Cómo es la dinámica entre la pareja principal? bueno pues es PRÁCTICAMENTE INEXISTENTE.



Leyendo la sinopsis mi mente pensó en las posibilidades que daba una retorcida pareja impulsada por pura inercia… digo, algo chido puede salir a nivel argumental al ser la antítesis del noviazgo sano y buen rollero, pero pues equis. Hanobi y Mugi estando juntos da como resultado conversaciones insustanciales la mayor parte del tiempo, se limitan a decir lo mal que se siente, lo mucho que desearían estar con su verdadero amor y metiéndose a la cama sin ganas de hacerlo.

Ya como uno de los últimos puntos a tratar quiero hablar de las escena eróticas. Primero, yo imagino que estas partes sorprendieron a mucho público joven porque el revuelo que se armó en su momento por el sexo no es ni medio normal, he visto a gente calificar directamente de pornografía cuando están alejadas de ser consideradas como tal, pero sí se puede confirmar que son hasta cierto punto explícitas sin mostrar nunca ningún desnudo. Lo segundo; vaya percal se han montado entorno al sexo y es que las escenas eróticas donde CLARAMENTE se puede intuir que están fornicando son abundantes, lo son tanto que pierden el impacto… si es que se pretende que significaran algo desde un principio. Tampoco es que pasen cosas mínimamente interesantes durante la mayoría de estas; perdón por pensar mal pero creo que están ahí para dar un golpe sobre la mesa y tomarlas como un elemento que hiciera ver la serie “más de adultos”.



El único detalle que me ha gustado es la intimidad que manejan el 95% de las escenas. Podrá ser por muchísimos motivos pero es remarcable como aún teniendo tantas personas pendiendo de un hilo la mayoría de los acontecimientos apenas involucra a dos personajes al mismo tiempo. Estas escenas se sienten como pequeñas islas donde lo que ocurre aquí aun siendo algo aislado que involucra a todo un conglomerado enorme que resulta ser toda la maraña demencial que está formada por el elenco en sí… pero luego recuerdo que estamos hablando de Kuzu no Honkai y la felicidad desaparece.

El diseño artístico no destaca en prácticamente nada. Los fondos son muy bonitos aunque escasos y los colores en la mayoría del son vivos y alegres aunque también tenemos escenas con una atmósfera oscura y deprimente  (como los putos personajes). Donde sí está cabrón el asunto es en los ojos, podríamos considerar esta serie en un referente absoluto en este aspecto porque yo sigo alucinando que tenga tantísimo detalle. Ahora que lo pienso los personajes no se mueven mucho y buena parte del dinamismo en las escenas recae a los truquitos que la serie utiliza a menudo como dividir la pantalla en varias tomas o recurrir a fondos animados.



La banda sonora no es nada memorable, de hecho no recuerdo ningún tema que suene durante los 12 capítulos, las tonadas Pop que suenan durante la apertura y cierre están decentes. El trabajo de los actores de doblaje tampoco me ha parecido sobresaliente, sobre todo en Hanabi que se nota en veces una voz muy hablando muy a desgana.

Seré breve con las conclusiones: La serie en lo personal NO la recomiendo, tampoco la puedo considerar lo peor que he visto en mi vida y QUÉ DIABLOS puede llegar a entretener si se acude a ella con el cerebro desconectado porque la serie hace todo lo posible para que todo quede bien explicado.

TOTAL: 4

 

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