Es curiosa la historia que tengo con este título, sobre todo si tenemos en cuenta el contexto. No me gusta Vocaloid, sinceramente jamás me hubiera interesado escuchar algo producido donde este sintetizador hiciera acto de presencia por cuenta propia pero por diversas circunstancias terminé por tragarme sagas enteras mientras me empapaba de los artistas que usaban este recurso para componer canciones. Digo que es curioso porque es exactamente el mismo caso de hace 4 años… pero cambiando toda la parafernalia de divas virtuales por anime, solo que en esta ocasión no me llegó lo suficiente, quedando como una simple anécdota para la posteridad.
No
viene mucho a cuento profundizar el por qué empezar a frecuentar este tipo de
contenido, inclusive parte de ver Mekakucity Actors viene del mismo impulso, el
amor y cosas por el estilo… pero a día de hoy aun me invade la risa tontorrona
cada vez que veo la cajita del juego en mi estantería. No les voy a mentir, le
tengo cierto cariño más allá de saber lo complicado que es adquirirlo físico en
prácticamente todos los sitios y que la especulación no ha tardado en enredar
este juego… normal, representaba apetitosa carne para regalar a los más chicos
estas navidades.
El caso es, por raro que suene, Vocaloid y algunas de sus canciones dieron un poco de color de forma implícita a una de las etapas más dulces de mi vida, no por ser de mi agrado, sino por estar ligados a ciertos recuerdos y personas. La adquisición del título fue una verdadera locura pues lo había comprado el sábado previo a la navidad pasada, justo cuando el stock en toda el área metropolitana se agotó casi por completo. Lo cómico es que por manías personales y nostálgicas quería evitar tan siquiera verlo en el aparador, pero ese día el dependiente no tenía ningún juego que me apeteciera adquirir y el mismo impulso que me hacía ver para otro lado terminó por ceder y me lancé por él… aun cuando el dependiente me viera en plan “joder hombre que ese es el Hatsune, aquí a lado tengo el Far Cry y FIFA”.
Lo sé, todo es una reverenda estupidez, pero hoy me siento más sensible de lo habitual, sobre todo por las fechas y el clima que me hacen rememorar algunos pasajes agridulces vividos y con más fuerza el día de hoy… sé que este no es mi diario personal, pero quería compartirles esto antes de iniciar. En realidad todo el pedazo que he escrito estaba a punto de parar en la papelera de reciclaje, no tiene nada que ver con una reseña pues a modo de introducción admito que es innecesaria, pero así son las cosas en esta casa.
Hatsune
Miku: Project Mirai DX es la tercera entrega de la saga nacida originalmente
como un spin off de Project Diva, una serie ya consagrada asociada a consolas
de Sony desde sus inicios. El movimiento agarró a más de uno por sorpresa
debido a lo anterior pero fue muy bien aceptado tanto la primera como la
secuela de esta, a pesar que muchos de las fases compuestas no pasaban de ser
meros videos en dos dimensiones, o sea que no aprovechaban el motor
tridimensional del juego y los modelos creados para la ocasión no eran tan aprovechados y la jugabilidad se veía
simplificada por lo menos en la primera entrega, donde la línea que marcaba la
secuencia de botones a apretar no existía… en su lugar teníamos los comandos
dispuestos alrededor de un círculo que hacían más sencillo seguir la
combinación.
SEGA vio todo el potencial que tenía el último título de la serie: juntaba las canciones de las dos primeras entregas, la mecánica de juego ganaba un poco más de sustancia y se aprovechaban al 100% los modelados tridimensionales para remasterizar buena parte de los videoclips. Con todos estos y más elementos sonaba lógico su llegada a occidente dada la creciente popularidad de la diva. Ignoro si fue un bombazo en ventas, pero aquí se agotó en cuestión de días y según diversos foros la situación se repite en cierta medida en España, pero bien lo digo, esto lo ignoro.
Independientemente de nuestros gustos personales me alegro que esta clase de juegos nos lleguen dados su género, a falta de Rhythm Heaven o Elite Beat Agents mucho más. Luego de terminarlo mediante el modo de pulsación de botones admito que SEGA no trajo esto únicamente por cuestiones de fanservice que solo cuela en los fanáticos de Vocaloid y se esmeró bastante para ofrecer un título sólido con mucho contenido.
Para quien aun no quede claro, Hatsune Miku: Project Mirai DX es un juego rítmico de índole musical que recopila un buen puñado de canciones creadas por un sinfín de autores. El título en cuestión, aun a pesar de ser un spin off, resulta ser de las entregas con más canciones, 48 en su haber y, a diferencia de las versiones disponibles en recreativas o consolas de Sony, se han preservado todas íntegras sin ningún tipo de recorte, pero bastantes tienen idéntica duración a la hora de comparar con estas. Esas son las únicas diferencias que puedo sacar dado que no he probado otro título de la franquicia, dicen que aun siendo muy digno no llega al nivel de Project Diva.
Centrándonos en lo importante el juego cuenta con una buena variedad de temas, aunque se nota una predilección por temas pop y electrónicos donde la buena vibra abunda tratando de que el amor y la felicidad inunden nuestros corazones, pero no nos podemos olvidar del J-Rock, Jazz, o música orquestada. Entre los temas destacan algunos muy famosos como “The world is mine”, “Matryoshka”, “Aku No Musume”, “Kokoro” o “Invisible”, algunos temas con letra que dista de ser apta para todos los públicos pero nada censurables.
La mecánica de juego es muy sencilla, en la pantalla superior veremos una línea con los comandos a seguir puesto encima de la coreografía que el monigote de turno ejecutará. Lo siguiente a hacer dependerá del modo de juego: el “Tap mode” consiste en tocar con el lápiz táctil los paneles de colores dispuestos en la pantalla inferior, un asequible y muy sencillo de ejecutar; el “Button mode” es la modalidad clásica donde usamos tanto los botones como la cruceta, siendo este el modo más complicado y, en lo personal, divertido.
Se dice, se comenta, que parte de la gracia ha sido borrada en este título. En los Project Diva la secuencia de botones aparece de forma mucho más caótica, mientras que aquí todo está encorsetado gracias a la línea que va avanzando por la pantalla. Después de ver algunos videos parece que esto es cierto. También lo es el hecho de que el juego si bien tiene buen reto en bastantes canciones perder no suele pasar, otra cosa es sacar la más alta clasificación donde fallar apenas es una opción. Dentro de esta mecánica tenemos las características propias de cada canción, en algunas abunda la combinación de botones y cruceta al mismo tiempo, en otras la línea puede cortarse y engañarnos, cambiar el ritmo o la dirección de manera abrupta… lo típico.
No tengo en realidad pegas graves para este juego. La dificultad me parece adecuada… esto porque soy un puto manco para los juegos rítmicos al punto de costarme muchos intentos sacar la máxima clasificación en muchas canciones. Eso no justifica que esté bastante disconforme con SEGA a la hora de quitar en la gran mayoría de los temas la dificultad “Super Hard”.
Comparando los dos modos de juego en lo personal me olvidé casi por completo del táctil, lo probé en algunas canciones en diferentes dificultades y me resultó simplón además de quitarle el poco reto que tienen algunos temas.
La configuración permitida es brutal. Podemos cambiar desde el tamaño de los comandos en pantalla, la velocidad de estos o el color, además de usar monedas de Street Pass para conseguir diversas ayudas. Los atuendos que salen en la mayoría de las canciones puede ser cambiado por otro e inclusive en algunos casos el cantante puede ser sustituido por otro, un detalle.
Únicamente con el modo central de juego ya ha valido la pena por todo lo dicho en párrafos anteriores, pero el resto de contenido no desmerece en lo absoluto. Como si fuera una especie de mascota virtual tendremos que adoptar a los protagonistas e interactuar con ellos. Podemos comprarles vestimentas gracias a los créditos ganados en el modo principal y conseguir todo tipo de cosas para decorar su casa, además de ver como interactúa con dichos elementos, tomarle fotos, inclusive podemos comprarles comida. Estos son elementos secundarios que pueden picar a los deseosos de conseguir el 100%, en lo personal apenas ha significado un plus… aunque lo admito, me hace gracias ver a los mini monigotes pululando por la habitación y que de repente se pongan a juguetear con un objeto o empiecen a bailar.
Tenemos dos minijuegos que resulta un puto vicio. El primero es Puyopuyo 39, similar a la infinidad de títulos donde piezas van cayendo con la intención de ser acomodadas con otras de semejante color, lo entretenido es que se asemeja a lo visto en Meteos, solo para tomar una referencia, donde estamos compitiendo contra otro jugador y eliminar piezas de nuestra zona significa lanzarlas contra el rival, pudiendo ser unos hijos de puta al mandarle de una sola sentada decenas de piezas para hacerlo perder de manera cruel. El otro minijuego se llama Mikuversi, el Othello de toda la vida.
Los extras no terminan aquí, tenemos un editor de coreografías donde podemos tomar cualquier canción, previamente desbloqueada, y hacer que nuestro adorable amigo baile con los pasos que pongamos. No soy fanático de los editores así que solo estuve trasteando pocos minutos. Es posible hacer pequeñas composiciones con varios instrumentos musicales y podemos revisar las estampas que hemos ganado al lograr cumplir algunos objetivos.
La estética del juego es… bueno, encantadora. No, en serio, de hecho me agrada más que el estilo convencional del resto de productos de la franquicia. Para esta ocasión se han tomado como base las figuritas Nendoroid, dando ese característico aspecto con una cabeza descomunal junto a un cuerpo pequeño. Siento esta decisión acertada, en primero dadas las limitaciones lógicas de la portátil en comparación con PS3 o Vita y en segundo por dotarles de un carisma único. Las animaciones también tienen buen nivel, uno pensaría que al momento de bailar las características anatómicas darían como resultado algo digno de una botarga, pero para nada es así; inclusive en algunos videos los personajes tienen una coreografía calcada a la de sus contrapartes mejor proporcionadas... además son monísimos ¡JODER ...
... NECESITO UNO!
Las canciones están basadas en diferentes sagas y por lo tanto el estilo artístico más allá de la estética Nendoroid varía. Podemos encontrar escenas bastantes surrealistas como en “Matryoshka”, un escenario digno de una noche bohemia en “On the rocks”, en uno digno de programa infantil como en “Koneko no payapaya” o bastante más juvenil en el caso de “Mousou sketch”.
Lo más subjetivo viene a continuación con la selección de canciones. Lógicamente si eres un fan no tendrás prácticamente ninguna pega, si no es el caso eres de los míos. Aconsejo enormemente darle una checada a la lista de canciones disponibles, a tener muy en cuenta es que el género musical dominante, que si bien tenemos para todos los gustos el grueso de canciones pertenece al J-pop más pegadizo o a la electrónica. Más allá de que no soy un fanático ni de Vocaloid o del J-pop encontré bastantes temas que hacen amena la experiencia y si bien existieron 4 o 5 temas que de plano no conectaban nada conmigo me la pasé muy bien. Otra cosa que recomiendo es jugar con cascos, pues la calidad del sonido que emana de las bocinas de la 3DS no es el más adecuado.
Al final me ha resultado un título bastante divertido, nunca me he puesto en serio con él pero viene de perlas para partidas cortas, el sistema de juego aunque es simple es muy efectivo. En definitiva lo recomiendo a todos los que, como yo, buscan llenar el infinito hueco en el catálogo dejado en la 3DS al no tener ni un Rhythm Heaven o un Elite Beat Agents.
TOTAL: 8
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