Hace unas horas terminé de ver el que es de momento el mejor anime del año, por lo menos de los únicas dos series visionadas por este servidor, y no es otra que la abordada el día de hoy en este santo blog, Asobi Asobase. De esta forma la serie producida por el estudio Lerche representa un vendaval de aire fresco ante un año que, de momento porque aún queda series pendientes, no me ha sorprendido en lo más mínimo para bien. Y es que… joder, tenía muchísimo tiempo sin ver un producto animado venido del país del sol naciente capaz de sacarme ya no solo una enérgica carcajada sino simplemente hacerme un mínimo de sincera gracia, de esa que calienta el corazoncito un poco.
Asobi
Asobase fue concebida originalmente como un manga que a día de hoy
sigue publicándose y además de la actual y genialérrima adaptación
al anime del 2018 tiene de miras a futuro un OVA para estrenarse en
el venidero mes de diciembre además de los lanzamientos en físico
con todo tipo de parafernalia que aquí no vamos a oler. Y bueno ¿De
qué va esta madre? Ya te digo yo que de un club escolar formado por
tres adorables adolescentes cuyo único propósito es jugar, y nada
más.
Esta
premisa junto al aspecto pasteloso y encantador da pie a pensar que
estamos ante otro anime más donde se exprime al máximo todo el
“waifu material” y moe que exudan las típicas series “slice of
life” de chicas monas siendo… pues eso, chicas monas.
PEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEERO la cosa tiene trampa y la
impresión inicial que se da durante los primeros instantes al
presenciar la secuencia de apertura no apta para diabéticos se
esfuma en una cachetada, literalmente.
La
serie inicia con Nabiki, una de las tres protagonistas, sumida en un
monólogo interno que alude a lo fatal que se le dan los juegos de
todo tipo, motivo que provocaba que su hermana mayor le ganara
siempre las disputas para decidir quién iba por el mandado, motivo
por el cual odia este tipo de entretenimiento. Nabiki es interrumpida
por Hanako y una estudiante recién llegada, Olivia, que juegan una
estrepitosa versión japonesa de “piedra, papel, tijera” con
dolorosos resultados que echan por tierra todo ápice de inocencia
que la serie podría atesorar. Hanako durante un tormentoso dilema
existencial decide dejar el club escolar de softball por sentirse
totalmente desdichada y a la par se aventura a fundar su propio club
junto con Olivia, Nabiki al ver la oportunidad perfecta para subir
sus notas de inglés con la ayuda de Olivia (que es de padres
estadounidenses aunque es japonesa de nacimiento y de inglés sabe
absolutamente nada) le entra también a cambio de servir como guía
que enseñe a la primera toda clase de juegos. De esta asociación
nace El club de estudio de los jugadores, el cual según su fundadora
busca la felicidad. Se puede decir que a partir de este instante la
serie sale disparada hacia el absurdo
Asobi
Asobase es una comedia donde se nota que el más importante y sincero
objetivo es hacerte reir sin mayores pretensiones. El esquema
manejado por la serie ya lo hemos visto en anteriores productos como
la popular Nichijou, esto es que cada uno de sus 12 episodios se
divide en diversos segmentos, todos girando en un concepto u evento
único que además de dar lugar a los constantes gags físicos o
chistes subidos de tono también vemos un desarrollo constante de
nuestro trío protagonista tanto de forma individual como en su
dinámica de grupo.
Por
lo general los segmentos abordan juegos o juguetes tanto
tradicionales como más propios de nuestros tiempos pero también
tendremos bastantes partes donde algún personaje secundario toma
protagonismo y donde las consecuencias de los eventos relacionados
con ello no caen en saco roto pues en algún momento posterior los
volveremos a ver… pero ya escaldados por tener qué lidiar con
nuestras adorables chiquillas.
Es
verdad que el humor no es para todo el mundo (frase trillada número
4 en reseñas), además de hacer uso intensivo de humor físico están
chistes bastante verdes o de índole sexual que van muchísimo más
allá de las simplonas bromas de pechos, tan habituales en este
majestuoso y achuchable medio. Algo también destacable es los altos
niveles de aleatoriedad presentes en la series, realmente uno no sabe
qué jodida demencia o situación estúpida vamos a presenciar a
continuación y aun con esto dicho Asobi Asobase mantiene una
consistencia y desarrollo de segmentos asombrosamente bien ejecutado…
o por lo menos que funciona la mayoría de las veces.
Cual efecto bola de nieve tenemos situaciones en un principio nimias que escalan de magnitud a cotas trascendentales; ejemplos de esto hay muchos: Desde una decisión de atuendo para un salida que termina en el incendio de todo un restaurante, cómo el comportamiento de Olivia y el querer hacerse pasar como una verdadera americana le pasa factura al ser seleccionada por su clase para un concurso de oratoria en inglés que lleva al grupo a construir un jodido robot/muñeca inflable que dice todo tipo de sandeces o cómo una película ideada por el club lleva a buena parte del elenco de personajes a una oficina con un cuerpo aparentemente sin vida que ha salido de la puta nada; y todo esto con el factor aleatorio a todo lo que da.
De las cosas que más he disfrutado a lo largo de los 12 episodios son los segmentos de juegos. Sí, la serie hace su trabajo de mostrar al público algunos de los juegos más populares pero de una forma salvaje con oportunidad para todo tipo de cerdadas. Es sorprendente cómo se llega a sobredimensionar un juego de tablero con castigos de auténtica vergüenza o retos más propios de Jackass por el peligro a la integridad física que los participantes son sometidos, mis auténticos dieces para esto. Como en el resto de la serie aquí un simple juego puede llevarse a límites absurdos totalmente alejados de la realidad.
Cual efecto bola de nieve tenemos situaciones en un principio nimias que escalan de magnitud a cotas trascendentales; ejemplos de esto hay muchos: Desde una decisión de atuendo para un salida que termina en el incendio de todo un restaurante, cómo el comportamiento de Olivia y el querer hacerse pasar como una verdadera americana le pasa factura al ser seleccionada por su clase para un concurso de oratoria en inglés que lleva al grupo a construir un jodido robot/muñeca inflable que dice todo tipo de sandeces o cómo una película ideada por el club lleva a buena parte del elenco de personajes a una oficina con un cuerpo aparentemente sin vida que ha salido de la puta nada; y todo esto con el factor aleatorio a todo lo que da.
De las cosas que más he disfrutado a lo largo de los 12 episodios son los segmentos de juegos. Sí, la serie hace su trabajo de mostrar al público algunos de los juegos más populares pero de una forma salvaje con oportunidad para todo tipo de cerdadas. Es sorprendente cómo se llega a sobredimensionar un juego de tablero con castigos de auténtica vergüenza o retos más propios de Jackass por el peligro a la integridad física que los participantes son sometidos, mis auténticos dieces para esto. Como en el resto de la serie aquí un simple juego puede llevarse a límites absurdos totalmente alejados de la realidad.
Si
bien tenemos un desarrollo constante del trío protagonizado por
Hanako y compañía que no está nada mal, más para un show que se
centra casi exclusivamente en la comedia, pues llegamos a
conocer muchos aspectos de ellas como lo son su particular
temperamento, gustos e inclusive demonios internos; no podría decir
que son dueños absolutos de la serie y de hecho me ha gustado el
tratamiento a los personajes secundarios. Conforme la serie avanza
más y más personajes se suben a la demencial nave del Club de
estudio de los jugadores hasta formar un elenco muy consistente con
apariciones regulares cada ciertos episodios; así tenemos a la
maestra de inglés que en algún momento se une a las reuniones del
club, el extravagante mayordomo de Hanako que aparece sorpresivamente
y es capaz de lanzar rayos del culo, una estudiante fanática a los
temas paranormales o la presidenta del consejo estudiantil que está
fatal de la cabeza como recurrentes.
Un
puntazo es el apartado artístico y la animación. Como bien ya lo
mencioné se ha decidido por un aspecto base con colores pastel y
trazos finos para crear esa aura dulce pero sobre todo amable que se
rompe de forma abrupta con expresiones que realzan reacciones,
llegando a utilizar todo tipo de estilos de dibujo muy resultones. Se
nota que se le pusieron huevos a los personajes y a la animación en
general, esto llega a apalear bastante el hecho de que las locaciones
que se ven en el show se repiten todo el tiempo: el salón vacío
donde nuestras chiquillas juegan, los pasillos de la escuela y poco
más, de esta forma nunca se siente algún tipo de reciclaje. La
comedia física está acompañada de una animación muy resultona que
en muchas ocasiones se presta para dar el remate perfecto a algún
gag o para ser motor principal de este. No tengo pegas importantes
sobre este menester y como bien pueden ver de reacciones alocadas
vamos bien servidos.
La
música también aguanta lo suyo, el tema de apertura resulta casi
una broma si tenemos en cuenta el verdadero tono de la serie y la
canción para el cierre está de putísima madre, contrasta la música
de rock metal con el meloso tema de la apertura. Dentro de la serie
el tono de la música cambia cuando la situación lo amerita; riffs
pesados de guitarra cuando una salvajada pasa, por decir algo. Las
voces están geniales, las actrices logran imprimirle personalidad a
cada frase que emiten las protagonistas y me encanta el tono que
toman cuando se están desviviendo por algo.
En
fin, el show me ha gustado tanto que espero con ganas el OVA que está
por estrenarse pronto. Dudas no debería de haber sobre este anime
ya, aún mostrándose como un producto que se ve tan genéricamente
encantador y bonito estamos ante una serie gamberra sin temor a hacer
chistes de penes o a burlarse de alguien así por las buenas. Si
estás buscando algo mínimamente cómico esta serie la recomiendo
ampliamente, logró entretenerme bastante y aun sin ser una obra
maestra la veo como un producto potable que no merece pasar
desapercibido.
TOTAL:
8
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