Las
cosas están saliendo viento en popa en nuestros primeros pasos por
el mágico pueblo en la España profunda y aunque paulatinamente los
peligros empiezan a ser más grandes y constantes podemos seguir
relativamente tranquilos, vamos al tema.
El
primer encuentro inevitable con el amable campesino de la sierra
motorizada se da apenas iniciamos el capítulo aunque demasiadas
veces lo he hecho morder el polvo para que me evoque el mínimo
miedo... o respeto.
En
esa misma zona nos espera la comitiva del pueblo...
...pero
nos gusta seguir a nuestra bola así que a volar los hemos mandado.
Más
adelante nos topamos con la mítica cinemática donde la iglesia con
un cementerio a sus píes se levanta ante nosotros de forma
majestuosa, aquí una imagen de tan magno momento en todo su
esplendor y resolución.
Lo
que ya no está tan chido es el intento de chiste de simulacro de
acertijo que encontramos a espaldas de la zona y que gracias a él
podemos conseguir una gema para sacarnos un dinerito extra, cosa que
jamás está de más. Que recuerde nunca he entendido cuál es la
lógica de este mismo pero termino resolviéndolo en pocos
movimientos por cuestiones estocásticas siempre.
Por
la enorme arena de lucha donde más tarde enfrentaremos a un enemigo
conocido cómo “El gigante”, a saber por qué, un grupo de
cuervos posa tranquilamente en la tierra...
...
con el signo de pesetas reflejado en los ojos paso de tocarme el
corazón y cometo un acto digno de ser protagonista del tweet de
algún activista de sofá enojado.
Una
zona pantanosa llena de enemigos y explosivos está ahora frente a
nuestros ojos y el salvo no puede ser más cómico. Esto, se supone,
debería ser un dolor de cabeza para nosostros pero dado que las
trampas no son a prueba de idiotas solo tenemos qué plantarnos
frente a una de estas para que al otro lado los pueblerinos corran
para inmediatamente después activar su propia ejecución.
Para
despedir el capítulo 1 por todo lo alto el juego nos regala un
combate contra el primer jefazo ya propiamente dicho; un puto
monstruo acuático que habita un lago que gracias a los arpones
infinitos que nuestro bote carga consigo podemos hacerlo nuestra puta
en cuestión de minutos. Es un enfrentamiento muy fácil que pide un
mínimo de atención para esquivar los árboles caídos y saber
cuándo lanzar un arpón antes de derribarnos del bote.
Dicho esto
último es hora de las estadísticas.
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