Hoy se me ha dado por hablar sobre un tema habitual en este
pequeño espacio perdido entre la inmensidad de la web, de hecho es tan común
que hace 3 años me hubiera muerto a carcajadas si alguien me hubiera mencionado
algo al estilo de “De aquí a 3 años tu blog tendrá bastantes entradas anime
publicadas o a punto de hacerlo” porque, aunque usted no lo crea, está leyendo
a alguien que en su pasado no tan lejano sentía un repudio desmesurado al
Anime, debido a la combinación de prejuicios, estereotipos y mala fama
adquirida.
Así es, voy a tocar el tema únicamente desde mi experiencia
personal, en un ejercicio para tratar de identificar donde surgió tremenda
repulsión, en esto incluye a las mismas personas que se declaraban fanáticas,
esa que me llevo a perderme Dragon Ball o Sakura Card Captor en su
momento…porque la razón de aceptarlo,
verlo y disfrutarlo apenas hace poco tiempo la tengo bastante clara y es un
punto tocado más adelante.
Como la mayoría de los niños yo fui –soy- afín a las
caricaturas que pasaban tanto en televisión abierta como por cable, de lo más
normal era platicar sobre Pokemon a todas horas… pero sucedió algo durante el
transcurso de mi infancia donde se me comenzó a inculcar sobre lo “malvado” y
“retorcido” dentro de diversas series más que nada por chocar con lo común.
No duden que a mi edad de 5-6 años me trague totalmente el
cuento de que Pokemon producía pensamientos malvados, que era una serie diabólica
pues obligaba a los niños a hacer cosas malvadas y lo inmoral o terrible que
resultaba enfrentar a bichos raros con poderes –muy rifones eso si- en combates
denigrantes bla bla bla. Así pasó con todas las series que tenían violencia o
componentes fantasiosos y mágicos, obviamente se le cargaba más la mano a las
que venían de Japón, supongo que la violencia más grafica y real y los temas
subidos de tono, con claras connotaciones sexuales hacia al anime resaltar
bastante más que Bob Esponja o Dora la Exploradora.
A todo el asunto se le agrego el hecho de vivir con una
familia católica donde suelen ser muy conservadores en todos los aspectos y
como no, eso terminó por influenciarme bastante, pues fue así como comenzó una
larga temporada abarcando de los 6 años hasta, por lo menos, los 16 años donde
mi opinión y visión al anime era totalmente negativa e irracional.
Al principio lo único que pensaba era como al ver
determinadas series populares – Yu -Gi- Oh fue tremendamente criticada por el
supuesto ocultismo por mi barrio- cometía algún delito y trataba de alejarme de
ello lo más posible que se pudiera, inclusive guardo en mi mente las razones
por las que ver tal cosa estaba mal, en ese tiempo no faltaba mucho para
convencerme, maltrato de animales, rituales o referencias satánicas y la
extrema violencia.
Conforme fui creciendo se transformo el “miedo” en repudio
debido a una gran cantidad de prejuicios que adquirí. A bote pronto decir que
la forma de representar a las personas se me hacia simplemente estúpido, donde los
personajes tenían un diseño desproporcionado o tirando totalmente a lo erótico
en muchísimos animes.
También caí en la cuenta de que difícilmente algo como el
Anime llegaría a mostrar historias más profundas, maduras e interesantes porque
lo digo yo. Ponía todo anime al mismo
nivel de las caricaturas, que por ser dibujos animados tendían a ser por
defecto un producto destinado a gente inmadura, raros y a niños…pero con
muchísima más violencia y sexo.
Y no quisiera seguir, porque me dan ganas de golpearme a mí mismo
por ideas tan retrogradas, inclusive era ver a la pequeña niña del salón con
estampas en su cuaderno de anime random y pensar algo como “joder, que rara la
mocosas”. Durante mucho tiempo seguí con estas ideas y a pesar de eso nunca
tuve alguna discusión con antiguos colegas que eran fanáticos de series que están
pegando muy duro desde hace años como One Piece y Naruto…pero en mi cabeza seguía
rondando “¿Cómo mierdas pueden ver semejante basura animada explicita y
semi-pornografica?”
Y se me ha olvidado decirles, pero la presión no la ejercía mi
familia cercana compuesta por madre y padre, no señor, de parte de parientes
algo más lejanos como los abuelos y tíos paternos es como germinó esa semilla.
Pero por algo se comienza y fue mi hermano, apegado muchísimo al anime/manga
que fue iluminándome para pensar diferente, para aceptar el gusto de los demás
y a no cerrarte a nuevas experiencias donde lo único que te puede pasar es que
te termine gustando alguna cosa por más pequeña, que saques algo bueno para
recordar después y es que al final caes en la cuenta , el Anime al igual que la
música, cine, literatura, televisión, etcétera es una forma de expresión, una
forma de entretenimiento y no tiene porque ser exclusivo de un grupo cumpliendo
determinadas características para entenderle.
Con mi hermano pude liberarme del prejuicio tan estúpido de
la violencia explicita y temas sexuales como recurrentes, sin embargo seguía pensando
en que al final el anime consistía en su mayoría en contenido de acción/fantasía
para niños y frikis –mira nomas quien habla- . Una serie de sucesos me derribo
todos los prejuicios que me quedaban y va desde quitarle a mi hermano una serie
de cartas coleccionables de Dragon Ball por mi abuela a verme toda la serie “Avatar”
de Nick, un pequeño contacto con Excel Saga y algunos capítulos de Neo Genesis
Evangelion que me dejaron muy satisfecho.
Y sin embargo seguía pensando que poco podía ofrecerme.
Tener a alguien que guste del anime, cuyos conocimientos salgan series de tipos
pegándose muy fuerte ayuda mucho para capturar cosas buenísimas, de esta forma es
como al Anime le deje decir “esta cosas” de modo despectivo para llamarlo por
su nombre –aunque suene una autentica pendejada, lo sé- y pronto me vi la
primera serie anime completa, Magnitud 8.0, la cual me pareció, en su tiempo,
tremendamente buena por prácticamente todo, una tragedia de buenas proporciones
condensada en muy pocos capítulos que, si le das una oportunidad, seguro que te
deja contento.
Fue al terminar de ver Higurashi No Naku Koro Ni, que pase
del odio al amor –por decirlo de alguna manera- porque nunca había sido testigo
de una trama tan enrevesada pero con avance genial, de ahí siguió Mawaru
Penguindrum, que la tengo en un pedestal, y ya fue un no parar de encontrar
productos que me llamaran la atención, Monster, Nichijou, Madoka Magica…
Creo que un paso importante es tener la mente abierta,
olvidar prejuicios, porque como mencione antes,
uno no debe de tachar o tacharse a sí mismo de inmaduro o cualquier
calificativo insultante o discriminativo por ver un estilo donde si bien es
cierto hay muchas obras destinadas a niños y adolecentes con series llenas de
acción o humor –esto para nada es malo, totalmente lo contrario- existen
aquellas que sin importar el estilo de
dibujo ofrecen tramas interesantes, desde complejos argumentos, historias
experimentales, tensión como los mejores dramas y todo lo que tú quieras para todos los gustos que únicamente se pueden
engendrar de esta forma… por lo menos así lo veo yo como por ejemplo Monster…
que no puedo imaginarla siendo una serie con personas y reales por la gran
magnitud ofrecida en el transcurso.
Poco más puedo mencionar más, este escrito es algo que
simplemente quería compartir con ustedes, para documentar como de un repudio
pase a tenerle bastante estima y queda fascinado por no pocas series y que al
igual que otros tipos de expresión como la música, el cine y los libro el anime
tiene muchas cosas que valen la pena observarse y no tienes que ser para nada
un fanático, siempre y cuando una obra cumpla los parámetros que más te gustan
da igual si viene en live action, en anime o tallado en piedra, igual lo puedes
disfrutar.
PD: No me doy cuenta, pero perdón si enchine mucho el rizo.
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