En
un acto de locura, muy propio de mí, decidí jugármela con Final
Fantasy XV, una juego que desde su lanzamiento ha levantado pasiones.
Mientras de un lado teníamos a la crítica calificando este título
como una obra de buena a notable, con una calificación media del 80
en metacritic, los usuarios se debatían entre sí estaban ante un
buen exponente de la saga o hundía más una franquicia en horas
bajas. Independientemente de toda la variedad de opiniones respecto a
la calidad de este último Final Fantasy, la mayoría estamos de
acuerdo en que fue un puto desastre para Square Enix.
Hace
unas horas terminé de ver el que es de momento el mejor anime del
año, por lo menos de los únicas dos series visionadas por este
servidor, y no es otra que la abordada el día de hoy en este santo
blog, Asobi Asobase. De esta forma la serie producida por el estudio
Lerche representa un vendaval de aire fresco ante un año que, de
momento porque aún queda series pendientes, no me ha sorprendido en
lo más mínimo para bien. Y es que… joder, tenía muchísimo
tiempo sin ver un producto animado venido del país del sol naciente
capaz de sacarme ya no solo una enérgica carcajada sino simplemente
hacerme un mínimo de sincera gracia, de esa que calienta el
corazoncito un poco.
Cuando
hablamos de obras referentes de la actual generación de consolas de
sobremesa las opiniones pueden a llegar a ser muy variadas y
dispares, pero aunque encontramos listas de lo más exóticas podemos
concordar que uno de los nombres más solicitados para aparecer en
dichas discusiones es The Witcher 3. Este título que significa el
cierre con broche de oro de una trilogía creada por CD Projekt RED,
a su vez basada en una serie de libros del autor Andrzej Sapkowski
llegó cuando más se le necesitaba dada la situación que la
industria atravesaba por esos momentos. Nos referimos a los primeros
años de la generación en curso, una etapa crítica donde el
descontento de muchos usuarios estaba patente por la falta de juegos
donde se sintiera el salto de potencia representativo y diferencial
con las, aún en pie, consolas de la antigua hornada; PS3 y Xbox 360
… para esos momentos lo único representativo respecto a la actual
generación era el desembolso inicial por una PS4 o Xbox One.
La
mítica PSX fue una de mis primeras consolas, para ser más
específicos la segunda, y forma parte de mi etapa como jugador más
casual antes de realmente considerarme un fanático asiduo a todo lo
relacionado al mundo de los videojuegos. A diferencia de algunos de
los lectores que seguramente gozaron la máquina de Sony a mediados
de la década de los noventa a mí me tocó encenderla por primera
vez cuando su sucesora ya estaba en el mercado acompañada del título
indiscutible como reina de la generación.