En
mi vida había jugado un Wolfenstein y más allá de reconocerlo como
uno de los fundadores del género que posteriormente Doom llegaría a
popularizar poco más sabía de la saga. Indagando un poco descubrí
que aun siendo una de las franquicias más longevas e icónicas de
los videojuegos la cantidad de entregas antes del lanzamiento de este
título se puede contar con los dedos de una mano y que la misma se
ha movido desde lo convencional que es el matar nazis sin más en los
títulos más antiguos hasta juegos donde a todo ese ambiente bélico
y crudo se le agrega a la ecuación elementos fantásticos y
paranormales.
Hace
poco más de un mes compré el pack que incluía tanto Wolfenstein:
The New Order como su expansión, Old Blood y lo he gozado como no
hacía con un juego de disparos desde Far Cry 3.
A
mí eso de andar matando nazis nunca ha sido una de mis actividades
favoritas respecto a cosas que me gustan hacer en videojuegos porque
me dan muchísima pereza. Los veo en películas, series, videojuegos,
inclusive en documentales súper delirantes, como aquel que pasaban
por History Channel contando sobre una especie de monstruo
mitológico que los hombres de Hitler trataban de crear o algo así…
es en serio; el otro día a las 2 de la mañana lo estaban pasando
por la televisión, y a ese se le suman los típicos de ovnis,
extraterrestres, conspiraciones, archivos secretos y demás
parafernalia que estaba involucrada al tercer Reich. Pero
curiosamente uno de los primeros trailers que se mostró a público
donde Alemania había ganado la Segunda guerra mundial y cómo este
nuevo Wolfenstein se desarrollaba en esta línea histórica
alternativa hizo que algo dentro de mí se moviera. El ver una
distopía donde una maquinaria maligna gobernaba a todo el mundo en
base a unos ideales tan enfermos a la par de mostrar un poderío tan
monstruoso en prácticamente todos los ámbitos me llegó al corazón
y si podía sembrar el caos en ese mundo a base tiros mientras cargo
en ambas manos escopetas futuristas definitivamente tenía que
jugarlo… que de estas fantasía de poder no hay todos los días.
En
un principio la versión que planeaba comprar era la de Xbox 360,
pero por alguna razón jamás me la llegué a topar así que desistí
de llegar a jugarla en esa consola y entre la avalancha de juegos que
fueron saliendo después, más los eternos pendientes me hicieron
casi olvidar las ganas que tenía de ponerle mis manos encima. Hasta
hace un mes y gracias al relanzamiento del juego junto a su expansión
con motivo de la inminente llegada de The New Colossus decidí que
era ahora o nunca.
Ya
lo mencioné al principio, el regreso de Wolfenstein es de las cosas
más brutales que he podido jugar en mucho tiempo en el campo de los
juegos de tiros y es que aparte de tener una premisa que da para un
conflicto bélico interesantísimo por un mundo alternativo bajo la
visión de los nazis la propuesta jugable que nos ofrece no podría
ser más apetecible: Un juego de corte clásico con posibilidades
elevadas para sembrar la destrucción y muerte entre las filas
enemigas.
En
este conflicto controlamos al protagonista de toda la vida, B.J.
Blazkowicz (Que a partir de aquí le llamaremos Blazko) un soldado
que odia con todo su ser a los nazis y que parece que Dios le dio la
encomienda de eliminarlos porque el hijo de perra es una puta máquina
de matar alemanes. La primera misión, además de fungir como
tutorial nos muestra el último intento de los aliados para inclinar
la balanza de lado y evitar perder la guerra, para eso han mandado
una descomunal ofensiva aérea donde Blazko obviamente participa de
forma activa. El objetivo es llegar al complejo de Calavera, un
científico que se encarga de sacar la magia negra que hace a los
alemanes tener una amplia ventaja tecnológica sobre los aliados.
Las
cosas no salen bien y después de infiltrarnos al complejo caemos en
una trampa en la cual mueren varios de nuestros aliados, el señor
Blazko termina con el cerebro hecho mierda al ser alcanzado por
metralla al intentar escapar. Para su fortuna es rescatado por una
familia que tienen un centro de rehabilitación para pacientes
psiquiátricos donde poco a poco se recupera mientras ve el pasar de
los años sin poder pronunciar alguna palabra o tan siquiera mover un
dedo. Durante este tiempo Blazko observa cómo los nazis se
llevan a los pacientes sin que nadie pueda detenerlos hasta que un
día deciden cerrar el centro… y de paso matar a todos los
pacientes. Anya, la jefa de enfermeras que cuidó durante años a
Blazko trata de evitar la masacre pero ella y sus padres son
repelidos por los soldados alemanes, siendo Anya la única
sobreviviente para posteriormente ser arrestada. Blazko ve como las
personas que lo cuidaron son aniquiladas y cuando el soldado que
comete tales actos está a punto de finiquitar a él también la
furia asesina de nazis (una de las fuerzas más poderosas del
universo) invade el cuerpo de Blazko para que después de tantos años
pueda moverse y así, como primera acción, clavarle un cuchillo en
la garganta a nuestro agresor, tomar su arma y empezar nuestra
venganza.
Nuestros
primeros pasos en este mundo gobernado por nazis dan como resultado
el rescate de Anya y la liberación de los pocos prisioneros que
forman parte de la resistencia, una vez hecho esto nos embarcamos en
misiones por todo el mundo con el fin de derrotar a la gigantesca
maquinaria que todo controla. Durante el desarrollo de la historia
vemos a un Blazko que más que un personaje plano que mata por matar
es alguien introvertido que constantemente tiene conversaciones con
él mismo que nos ayudan a entender sus miedos e inquietudes.
Definitivamente no es el personaje más profundo pero da gusto ver
que MachineGames se preocupen por darle dimensión a Blazko, conforme
avancemos veremos que todos los personajes que lo rodean sufren igual
que él y en ocasiones tendremos que lidiar con ellos.
Del
bando de los nazis tenemos a varios villanos que son verdaderos hijos
de puta, fieles a sus ideales estos cabrones infravaloran a todo ser
que no sea de raza aria y pueden llegar a ser sumamente crueles, aquí
el malo es verdaderamente malo porque quiere serlo… inclusive
algunos parecen una puta caricatura que poco les falta para decirte
“Mátame que soy un verdadero hijo de perra”, creo que por eso
resulta tan divertido darles su merecido cuando toca. El villano
principal de la aventura no aparece tanto tiempo en pantalla pero
durante el desarrollo de esta se nos va desvelando las cosa que llegó
a hacer durante nuestra ausencia, dándole una relevancia notable y
haciendo notar de que vamos por alguien relevante para el régimen en
lugar de estar persiguiéndolo por el hecho de matar a nuestros
amigos… que también eso motiva a nuestro amigo Blazko obvio.
Como
dato importante también está una bifurcación de la línea temporal
que podremos tomar dependiendo de una decisión al inicio del juego
que a parte de tener relevancia argumental afecta el estilo de juego,
siendo uno más centrado a la acción y otro al sigilo.
Wolfenstein
es un juego de disparos en primera persona que no inventa nada nuevo
pero que ejecuta sus elementos de una manera notable, teniendo un
ritmo frenético que hará el pasar de las horas muy amenas. El
gunplay es muy satisfactorio y buena parte de esa sensación es que
realmente hay una retroalimentación del daño que hacen nuestras
armas, o sea que nuestros enemigos no caen muertos sin más,
literalmente podemos reventarles un costado con un disparo de
escopeta o hacer que sus cabezas estallen por los aires si
utilizamos un rifle francotirador. Podemos cargar con una buena
cantidad de armas al mismo tiempo y estas pueden intercambiarse de
manera rápida gracias a una ruleta de selección en vivo. Las armas
se sienten muy balanceadas y no puedo atreverme a decir que algunas
sean inútiles porque inclusive tienen un modo de disparo secundario
que puede ser desbloqueado; pero si puedo hablar de mi favorita, un
fusil de asalto que puede ser equipado con un lanzagranadas, esta fue
mi mejor amiga durante casi toda la aventura.
Las
armas a pesar de ser ficticias no distan mucho de las vistas en otros
juegos, escopeta de asalto, fusil, un rifle francotirador, una
ametralladora y poco más serán nuestras compañeras íntimas en
este viaje. Lo más destacado es el uso de un arma láser que puede
ser mejorada con aditamentos que vamos encontrando por todos los
niveles; inicia como mera herramienta para cortar rejas pero podemos
llegar a ponerla tan puerca que en un punto es capaz de vaporizar
enemigos de un disparo.
Los
enemigos no tienen una variedad abrumadora, aparte de los soldados de
toda la vida y su variación de artillería pesada o especialistas en
granadas o rifles tenemos unos putos soldados gigantes que aguantan
un huevazo, perros con armadura y una serie de robots que la
hacen de subjefes en ocasiones, vamos los típicos mechas y las
típicas… ¿bestias metálicas con fauces asesinas?. Obvio algunas
armas van mejor con cierto tipo de enemigos y la convergencia de
varios tipos de unidades al mismo tiempo nos hace cambiar
continuamente el cómo afrontar los tiroteos.
El
juego puede ser abordado de dos formas: o bien entramos haciendo
desmadre y disparando sin pensar las cosas mucho o bien podemos ir
matando de forma sigilosa. En el primer modo no hay mucha ciencia y
la IA responde como la de unos putos sabuesos que saben donde estás
en todo momento, matarte por la retaguardia es muy común en este
juego; pero cuando entramos a lo Metal Gear las cosas se ponen
chuscas. Para empezar los enemigos están bien pendejos y no van a
notar nada, patrullando por la misma ruta aunque hayamos eliminado a
la mitad de ellos, también está la cualidad de nuestras habilidades
secundarias de ejecución que son mágicas; con nuestra navaja
eliminar a casi todos los enemigos es pan comido y basta con
acercarnos a ellos lo suficiente pero también podemos eliminarlos
con nuestra pistola usando un silenciador o con cuchillos
arrojadizos. Con la pistola hay que tener cuidado, un disparo mal
dado puede no ser letal y por consiguiente el soldado alertará a
todos los demás… pero los cuchillos arrojadizos, madre mía, son
letales des donde des, literal puedes matar a los putos nazis
dándoles en un glúteo.
Otra
cosas que no termina de convencerme es que el aguante de Blazko es
ridículo, yo pensaba en un protagonista con mayor aguante porque al
fin y al cabo el juego con todo su arsenal de armas y el poder
cargarlas por partida doble invita a soltarse el chongo a gusto, pero
no puedes muchas veces porque en menos de 2 segundos ya estás
muerto. El juego no tiene un sistema de regeneración de vida y hay
que buscar botiquines para recuperarla a la vez que recolectamos
chatarra para ponerla en forma de blindaje a Blazko.
Un
juego de acción no podría estar completo sin un árbol de
habilidades (o esa impresión tengo desde hace tiempo) y Wolfenstein
lo tiene, claro que sí carajo. Conforme cumplamos ciertos objetivos
iremos desbloqueando habilidades de las diferentes ramas y se premia
el querer especializarse pronto en algunas porque en menos tiempo
tendremos todas las habilidades disponibles, inclusive puede hacerse
“trampa” porque los objetivos una vez se cumplen en una partida
quedan registrados y ya pueden matarte que no perderás ese avance.
De esta forma se puede farmear a gusto en una zona hasta obtener
nuestras habilidades y dado que algunas son bastante caprichosas
(matar a varios enemigos mientras tienes la vida sobrecargada, usar
una torreta para matar en menos de 10 segundos a varios enemigos,
eliminar objetivos robóticos con granadas, etc) en cuanto veas el
escenario ideal para cumplir los requisitos podrás aprovecharte de
esto para que en el cuarto nivel del juego ya tengas todo
desbloqueado.
En
total son 16 niveles y son bastante variados. Aquí la resistencia no
anda con mediocridades y si para cumplir los objetivos de la misión
tenemos que secuestrar un submarino o viajar a la puta luna… se
hace, punto, que Blazko no pondrá ningún pero. Esta secuencia de
eventos absurdos son una puta gozada porque dan lugar a misiones muy
variadas en cuanto a ambientación; el ir masacrando soldados con
perdigones de escopeta que rebotan en los pasillos estrechos del
submarino, iniciar un tiroteo en un vagón de tren que cuelga de un
puente destruido o infiltrarse en un campo de concentración y
escapar montado en un mecha es refrescante, evitando caer en la
monotonía, prácticamente todas las misiones tienen su serie de
situaciones que las hacen únicas e invitan a aprovecharse de la zona
para utilizar un arma adecuada. En dificultades elevadas el juego es
todo un desafío donde la coordinación, la puntería y la suerte
deben fluir de manera perfecta, no es un título imposible pero sí
más duro que la media.
Si
bien el juego es muy lineal y perderse es imposible se nos suelta en
escenarios bastante amplios que esconden coleccionables a lo bestia.
Vamos que si no basta con tomar prestado el árbol de habilidades
Wolfenstein sigue la estela de Far Cry en convertirse en un puto
colectatón, piezas de oro, cartas, grabaciones, mejoras para Blazko
y codigos para modos extra de juego están distribuidos por todo el
escenario, lo agradable del asunto es que muchos de estas piezas sí
pueden ofrecer nuevas experiencias de juego (como los códigos
enigma) y encontrarlos depende inclusive de rebuscar por todo el
escenario en busca de pistas que nos sirvan para resolver pequeños
acertijos o encontrar salas secretas.
Se
nota que el juego se diseñó cuando se estaba haciendo apenas el
salto generacional porque técnicamente no es nada del otro mundo y
algunas texturas van cargando conforme nos acercamos. Obviando que no
estamos ante ningún portento destaco el apartado artístico, la gran
mayoría de los diseños son versiones actualizadas de los enemigos
que pululan en este enemigo desde la primera entrega, se ven chidos,
me gusta especialmente el hecho de que para el primer nivel que
acontece bastante antes que el resto de niveles los soldados, perros
y demás tengan un diseño más arcaico en comparación. Los niveles
a pesar de estar llenos de propaganda nazi en plan “mira qué
majestuosa es nuestra verga” son bastante variados y algunos están
muy inspirados. Como ya dije antes, nos tocará luchar en el fondo
del mar dentro de un submarino, en un museo en londres o en la puta
luna. El juego se mantiene estable en cuanto a FPS sin ningún bajón
que afecte severamente la experiencia.
El
título para latinoamérica está doblado al castellano propio de
España sin opciones de cambiar idioma desde el menú de opciones, no
es tan malo aunque el trabajo tampoco es para lanzar cohetes. La
banda sonora es meramente ambiental y no tiene ningún tema
destacado, sin embargo el sonido de las armas está muy bien
recreado.
Wolfenstein
es un juego ampliamente recomendable, ya no solo tiene un gunplay
exquisito, simple y efectivo, también tiene una historia cuya
profundidad me sorprende por la saga que es y tiene momentos muy
épicos y espectaculares. Para estas fechas lo puedes encontrar de
segunda mano a precio de risa o en una compilación con su expansión
para consolas de nueva generación a un precio razonable,
técnicamente lo puedes jugar en consolas de la pasada, actual
generación y PC así que… bueno… ¡PRUEBA EL PUTO JUEGO!
TOTAL:
8
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