Ayer mientras decidía qué hacer con mi vida recordé uno de mis juegos pendientes. En lo personal siento especial debilidad por las plataformas, son muy por encima de todos los demás géneros mis juegos favoritos y gran parte de mi tiempo dedicado a los videojuegos lo gasto en este tipo de títulos. Hace varios meses debutó en este blog la primera Game Boy con Castlevania Legends, un buen juego que cumplía bien en todos los apartados pero que sentía podría dar más de sí, sin embargo poco más estaba dispuesto a afirmar pues de momento no había jugado otra cosa de esta consola, hasta hace poco.
No quiero decir que me he pateado de cabo a rabo todo el catálogo de la génesis portátil de Nintendo… de hecho apenas toqué mi segundo juego que viene siendo precisamente este, el Super Mario Land; y las impresiones son bastante buenas aun con los detalles que faltó por pulir en esta obra lanzada originalmente en 1989… vamos ya no sólo mi existencia brillaba por su ausencia, mi madre tranquilamente lo hubiera jugado sin superar la franja de los 15.
Super Mario Land es considerado uno de los mejores exponentes del género para la consola, solo comparada y a la vez superado por la secuela directa de este, el Mario Six Golden Coins, o el Donkey Kong Country; los cuales tocaremos en otra ocasión.
Mario vuelve manos a la obra para rescatar a la damisela en apuros de turno, tocándole ahora a Daisy ser secuestrada por un marciano muy malo y haciendo que nuestro querido fontanero salga a repartir mandingo a quien lo merezca sin recibir nada a cambio, confirmándonos así que Mario se convirtió en uno de los primeros pagafantas de la industria. El reino champiñón no es el escenario de esta odisea, en cambio nos trasladamos a otro lugar cuyo nombre no recuerdo dividió en cuatro secciones bien diferenciadas entre sí.
Para esta época en el mercado ya teníamos varios títulos de Mario en venta siendo gozados por todos, en especial la tercera entrega de la trilogía original, considerado aun por muchos como el mejor juego de plataformas de la historia. Aun así el juego de Game Boy se asemeja mucho más al primer Super Mario Bros. La fórmula regresa a su estado más básico. Mario puede saltar y correr para avanzar y derrotar a todos sus enemigos pero se antoja algo complicado si tenemos en cuenta que al primer toque la fiesta terminó, para hacer las cosas más llevaderas contamos con los 4 ítems básicos de la saga: el champiñón para aumentar de tamaño y aguantar un toque, la flor para lanzar fuego, la estrella para entrar en modo rave para ventilarnos a todos con singular alegría y el champiñón verde… que en esta ocasión no es un champiñón, es un corazón; pero sirve para lo mismo.
Como podrán notar el título es un plataformas en dos dimensiones de avance lateral… pero como pasaba en el primero aquí no existe la posibilidad de retroceder y en esta entrega especialmente resulta puteante a veces. Para complicar las cosas un poquito algunos enemigos están posicionados de modo que puedan acorralarnos sin escapatoria alguna pues atrás de nosotros por cuestiones divinas el universo ha creado un horizonte de sucesos donde el escenario previamente recorrido desaparece para siempre de nuestra vista.
El diseño de niveles es sumamente ingenioso y la dificultad del título es elevada. Entiendo que estar ante una máquina con tantas limitaciones represente problemas a la hora de añadir elementos nuevos que continuamente nos sorprendan mientras jugamos… pero en Super Mario Land esto se consigue a la perfección. 4 son los mundos a recorrer divididos en tres fases, cada uno con un diseño brillante y con una cantidad de elementos únicos representados como plataformas o enemigos. Así mientras el mundo uno no genera mayores inconvenientes más adelante las cosas agarran sabor con plataformas móviles, fragmentos de techo que caen o saltos muy exigentes.
Los enemigos se derrotan al igual que siempre: de la manera tradicional, saltando para caerles encima y que chinguen a su madre, golpearlos con bolitas de fuego o envestirlos mientras estamos poseídos por le espíritu de la estrella mágica de la diversión titilante. Pero ahora se sienten especialmente cabrones. En el juego están presentes criaturas clásicas como los goombas, tortugas cuyos caparazones ahora explotan y flores carnívoras que salen de las tuberías; aparte de estos cada mundo añade criaturas inéditas que son bastante molestas y en definitiva costarán muchas vidas. Hablamos de criaturas voladoras o saltarinas que a pesar de su patrón limitado de movimiento nos la pueden hacer pasar putas dado a que el entorno estará inteligentemente construido para que a la hora de precipitarnos encontremos la muerte gracias al vacio, a una trampa o a otro enemigo. Los jefes finales de zona son bastante cabrones debido a la posibilidad de estos de lanzar proyectiles, pero al final de la sala está un interruptor que activa una bomba adherida a su culo haciéndolos explotar.
Al
final de los niveles regulares encontraremos dos puertas, una abajo… y la otra
arriba –Dah!- la única diferencia que existe es el acceso a una zona de
bonificación si alcanzamos llegar a la de más altura, aquí podemos conseguir
vidas extras y flores de fuego… las vidas extras de verdad las vamos a
necesitar. Perder las vidas en este juego al principio no parece tan peligroso,
los niveles cuentan con abundantes puntos de control, pero si nuestro contador
llega a cero tocará iniciar el juego desde el comienzo. Otra cosa a tener en
cuenta es que, en caso de jugarlo en Game Boy, no se puede guardar la partida;
ignoro el caso de la versión en 3DS y si permite abandonar la partida sin
perder todo. Lo último a más de uno
podrá desagradarle pero ponerse en serio con él representa hora y pico, vamos
que el juego dura un suspiro… además, en emuladores todo es ventaja y guardas
cuando quieras, amigo.
No existe rastro de los niveles acuáticos, dándonos algo mucho mejor. Algunas fases dejan el esquema tradicional para montarnos en un vehículo y empezar a disparar a todo lo que se mueve, buen detalle que borda todavía más la variedad del título. Mario se mueve bien en resumidas cuentas, la física de los saltos se mantiene casi íntegra pero responde a la perfección a la hora de enfrentarse a alguna escena complicada donde cada pixel cuenta.
La Game Boy era una consola limitada en muchos aspectos, pero eso no le impedía sacar joyas como Pokemon o Mario Six Golden Coins, ambos con un apartado técnico que a día de hoy sigue maravillando… pero sacarle el potencial a tal extremo tomó un tiempo, aproximadamente tres años entre las dos entregas de Mario. Es por eso que vemos un juego limitado en este aspecto. La apariencia del protagonista es calcada a la primera entrega de NES y su tamaño es considerablemente pequeño, así también algunos enemigos han sido modificados para mostrar una apariencia más simple y pequeña, como los goombas en versión anoréxica o unas flores piraña que apenas recuerda que lo son. Las nuevas incorporaciones son interesantes, suplen la desaparición de otros pero gracias a que nunca los había visto me han gustado más que los enemigos veteranos de la saga.
Los fondos están mínimamente trabajados pero son bastante simples, siendo los propios elementos del escenario lo que carga casi con todo el trabajo de darle personalidad al título. Así en el primer mundo la acción toma lugar en un desierto y en el interior de una pirámide, para llegar después a cuevas, una isla, un bosque de bambú o surcar los cielos. La banda sonora es perfecta. Jamás en la historia un Mario me ha defraudado cuando hablamos de música…bueno, en realidad jamás me ha defraudado en algo. Respecto a los temas no logro recordar si son versiones de otros juegos o realmente es un trabajo totalmente inédito, pero suena de poca madre y muy probablemente al finalizar alguno se nos quede grabado a fuego para tararearlo en algún momento del día.
No será el mejor Mario tan siquiera de la consola, pero el cabrón es divertido y sus cotas de calidad son muy altas. Obvio lo recomiendo muchísimo, actualmente es muy sencillo de conseguir, ya sea pagando por él en su versión de 3DS o en emulador, qué cojones. Como únicos fallos podría rememorar algunos puntos que se convierten en un callejón sin salida o que es extremadamente corto y representa la versión más simplificada de la saga.
TOTAL: 8
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