Existen muchísimos momentos en la saga Bioshock para incluir en este tipo de especiales, sin ir más lejos el abordaje de la batisfera a Rapture luego de tomarla es un excelente ejemplo, el encuentro con el cirujano loco de la clínica también del primer juego o las apariciones fantasmales en Bioshock Infinite hubieran servido para lo que hoy nos incunbe. Pero en lugar de eso quiero exponer el día de hoy algo chiquito, algo que más de un jugador se perdió en su día porque no es parte fundamental del juego y se podía acabar perfectamente sin siquiera conocerlo; un huevo de pascua.
A
mí me encantan los huevos de pascua en los videojuegos, que los
desarrolladores se tomen las molestias de esconder pequeños guiños,
bromas o mensajes siempre me ha parecido entrañable. Algunos juego
son una mina de ellos, Halo 3 o la saga GTA por mencionar algunos, y
otros son tremendamente elaborados, Trials y las llaves secretas así
a bote pronto; pero también tenemos algunos que dan miedete o
simplemente son extraños y precisamente vamos a ver uno de esos hoy.
En
Bioshock 2 visitamos un sitio llamado Fontaine Futuristics, propiedad
de uno de los hombres más reputados de Rapture, y en medio de un
despacho encontramos dos cosas llamativas; una pirámide formada por
billetes y un plásmido que cambia de color todo el tiempo. Si
tocamos este plásmido veremos cómo desaparece de nuestra vista,
pudiendo ignorar este hecho y seguir con nuestras vidas o bien
indagando más sobre tan inusual suceso. Resulta que este plásmido
es uno inestable que da el poder de la teletransportación a quién
lo consume…algo demasiado goloso para dejarlo ir así nada más.
Rebuscando
por el edificio podemos dar de nuevo con el tónico, siempre
obteniendo los mismos resultados (esfumándose en cuanto lo tocamos).
En un último avistamiento el tónico aparece descansando en un sofá
en la entrada del edificio y esta vez cuando lo tocamos, en lugar de
desaparecer, se eleva por los aires y nos lleva consigo a diversas
áreas de Rapture hasta que el viaje termina en una sala nunca antes
vista:
La
sala en español se llama “8.0000”, pero en su idioma original
solo se llama “?”. Frente a nosotros tenemos un plásmido en un
pedestal rodeado por estatuas cuya posición deja intuir estar en
pleno júbilo por la presencia del frasco e inclusive algunas
estatuas portan cámaras y posan como si estuvieran fotografiando el
recipiente del plásmido. El pedestal, junto a las estatuas que
rodean al plásmido están iluminadas por la luz que emite el propio
frasco pero fuera de esa pequeña área el resto de la sala está en
una oscuridad total, además se escucha el ruido de viento mezclado
con lamentos humanos que pueden pasar muy desapercibidos.
Cuando
entré a esta sala de inmediato pensé que estaba por caer en una
trampa y que apenas tomara el frasco del pedestal todas las estatuas
saltarían a por mí… pero eso no pasó. El plásmido es uno que
mejora alguna habilidad pasiva y justo cuando lo tomamos una de las
estatuas con cámara nos saca una foto, cegándonos con el flash, al
recobrar la vista nos damos cuenta que estamos de nuevo en Fontaine
Futuristics… como si nada hubiera pasado.
Al
final del día nos vamos con las manos casi vacías, sin ese preciado
tónico para teletransportarnos; por lo menos nos queda la anécdota.
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