No todas las experiencias aterradoras que he vivido como jugador han acontecido dentro de títulos del género y con el pasar de los días verán algunos momentos que corresponden a juegos totalmente alejados al horror y muchos me sucedieron durante la infancia. Sé que a más de uno le parecerá una chorrada pero no podía simplemente olvidar que esos momentos existieron… además todos fuimos niños y ya me gustaría leerlos sobre esos juegos que no eran de miedo pero que terminaron por hacerlos saltar del asiento o los hicieron sentir incómodos.
El momento que hoy nos compete viene de uno de los mejores juegos de
superhéroes de la historia, Spider Man 2: Enter Electro, vale que no
era tan bueno y reciclaba mucho de su precuela pero a mí me
encantaba al punto de pasármelo de una sola sentada. El juego lo
adquirí con 8 años por allá del 2003 cuando la PS2 estaba en pleno
apogeo pero a mi yo de ese entonces le importaba bastante poco la actualidad del medio.
La
primera vez que jugué este título no pude avanzar gran cosa y dado
que mis padres me habían comprado la consola sin la tarjeta de
memoria tocaba empezar todo el juego de nuevo. Para alguien que tiene
8 años y su mayor preocupación es hacer germinar un frijol dentro
de un frasco no era tan disparatado jugar desde cero de manera
reiterativa y de hecho a mí me encantaba hacerlo. Total, que
me volví experto en Spider Man 2 pero eso no quitaba que el tono oscuro del
juego me hiciera sentir un poco inquieto en ocasiones y esto se
intensificó en las partes más avanzadas del juego, concretamente en
los laboratorios.
Los
laboratorios eran sin duda la parte que menos me gustaba, todo ese
aspecto futurista repleto de robots y láseres palidecen a mi ver con
los niveles anteriores que se desarrollan a cielo abierto en las azoteas
de los rascacielos, verme encerrado en un complejo de instalaciones
me daba una leve sensación de opresión. También recuerdo que el
plataformeo era más complejo y había que desactivar obstáculos así
que también me parecían niveles difíciles en comparación con el resto del juego.
Realmente
no tenía mayor inconveniente en este segmento específico del juego, hasta llegué al punto
de sabérmelos al dedillo para pasarlos en el menor tiempo posible,
claro que esto me condujo al fatídico nivel 18 del juego… el cuál
jamás olvidaré por el puto susto que me sacó el jefe de fase.
Veamos.
Acabamos de llegar a las entrañas de los laboratorios con el fin de
rescatar a uno de nuestros aliados y este nivel abre con una
cinemática que a día de hoy está grabada a fuego en mi mente. Nuestro arácnido héroe cae en un laboratorio completamente en
ruinas y a oscuras, no pasan ni 10 segundo para que el puto Lagarto
pegue un brinco tratando de encajarle un mordisco al hombre araña; el héroe logra zafarse
del ataque por los pelos mientras lanza un comentario cómico, pero
al otro lado de la pantalla estaba yo completamente pálido sin creerme lo que estaba viviendo; se podría
decir que acababa de comerme mi primer Jumpscare o lo más cercano a
uno.
Sufrí
como nunca lo había hecho en un videojuego y los primeros intentos
por derrotar a este villano fueron una de las más enervantes
torturas de mi niñez. En frío podemos decir que Lagarto es de los
jefes más férreos del juego pero con un punto débil que lo hace un
combate sencillo, pero a mis 8 años el estar atrapado con un puto
monstruo que no paraba de perseguirme era una pesadilla; es más, recuerdo que apagué la consola
cuando Lagarto entró rompiendo una puerta y dejé el juego aparcado
por varios días hasta que me armé de valor para hacerle frente.
Aún
envalentonado y decidido a derrotarlo no la pasé nada bien contra
él. El cabrón es invulnerable al daño hasta que es aturdido por
unos dardos con antídoto que previamente preparamos en una de las
salas del combate; cuando Lagarto entra en acción lo hace corriendo
a toda pastilla o dando saltos mientras emite chillidos y lloros,
sentirlo detrás mío mientras corría por los las habitaciones en
busca del antídoto siempre fue agobiante. También destaca que su
diseño es muy intimidante con esas extremidades terminando en garras
y los enormes colmillos que porta.
Dado
que me he refrescado la mente mirándome un video de la misión puedo
decir que el combate contra Lagarto puede ser demasiado para un niño
pequeño, lo confirma mi yo de 8 años y mi yo de 24.
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