miércoles, 2 de octubre de 2019

Día 2: Lagarto (Spider Man 2: Enter Electro)

 


No todas las experiencias aterradoras que he vivido como jugador han acontecido dentro de títulos del género y con el pasar de los días verán algunos momentos que corresponden a juegos totalmente alejados al horror y muchos me sucedieron durante la  infancia. Sé que a más de uno le parecerá una chorrada pero no podía simplemente olvidar que esos momentos existieron… además todos fuimos niños y ya me gustaría leerlos sobre esos juegos que no eran de miedo  pero que terminaron por hacerlos saltar del asiento o los hicieron sentir incómodos.

El momento que hoy nos compete viene de uno de los mejores juegos de superhéroes de la historia, Spider Man 2: Enter Electro, vale que no era tan bueno y reciclaba mucho de su precuela pero a mí me encantaba al punto de pasármelo de una sola sentada. El juego lo adquirí con 8 años por allá del 2003 cuando la PS2 estaba en pleno apogeo pero a mi yo de ese entonces le importaba bastante poco la actualidad del medio. 

La primera vez que jugué este título no pude avanzar gran cosa y dado que mis padres me habían comprado la consola sin la tarjeta de memoria tocaba empezar todo el juego de nuevo. Para alguien que tiene 8 años y su mayor preocupación es hacer germinar un frijol dentro de un frasco no era tan disparatado jugar desde cero de manera reiterativa y de hecho a mí me encantaba hacerlo.  Total, que me volví experto en Spider Man 2  pero eso no quitaba que el tono oscuro del juego me hiciera sentir un poco inquieto en ocasiones y esto se intensificó en las partes más avanzadas del juego, concretamente en los laboratorios.

Los laboratorios eran sin duda la parte que menos me gustaba, todo ese aspecto futurista repleto de robots y láseres palidecen a mi ver con los niveles anteriores que se desarrollan a cielo abierto en las azoteas de los rascacielos, verme encerrado en un complejo de instalaciones me daba una leve sensación de opresión. También recuerdo que el plataformeo era más complejo y había que desactivar obstáculos así que también me parecían niveles difíciles en comparación con el resto del juego.

Realmente no tenía mayor inconveniente  en este segmento específico del juego, hasta llegué al punto de sabérmelos al dedillo para pasarlos en el menor tiempo posible, claro que esto me condujo al fatídico nivel 18 del juego… el cuál jamás olvidaré por el puto susto que me sacó el jefe de fase.

Veamos. Acabamos de llegar a las entrañas de los laboratorios con el fin de rescatar a uno de nuestros aliados y este nivel abre con una cinemática que a día de hoy está grabada a fuego en mi mente. Nuestro arácnido héroe cae en un laboratorio completamente en ruinas y a oscuras, no pasan ni 10 segundo para que el puto Lagarto pegue un brinco tratando de encajarle un mordisco al hombre araña; el héroe logra zafarse del ataque por los pelos mientras lanza un comentario cómico, pero al otro lado de la pantalla estaba yo completamente pálido sin creerme lo que estaba viviendo; se podría decir que acababa de comerme mi primer Jumpscare o lo más cercano a uno.



Sufrí como nunca lo había hecho en un videojuego y los primeros intentos por derrotar a este villano fueron una de las más enervantes torturas de mi niñez. En frío podemos decir que Lagarto es de los jefes más férreos del juego pero con un punto débil que lo hace un combate sencillo, pero a mis 8 años el estar atrapado con un puto monstruo que no paraba de perseguirme era una pesadilla; es más, recuerdo que apagué la consola cuando Lagarto entró rompiendo una puerta y dejé el juego aparcado por varios días hasta que me armé de valor para hacerle frente.

Aún envalentonado y decidido a derrotarlo no la pasé nada bien contra él. El cabrón es invulnerable al daño hasta que es aturdido por unos dardos con antídoto que previamente preparamos en una de las salas del combate; cuando Lagarto entra en acción lo hace corriendo a toda pastilla o dando saltos mientras emite chillidos y lloros, sentirlo detrás mío mientras corría por los las habitaciones en busca del antídoto siempre fue agobiante. También destaca que su diseño es muy intimidante con esas extremidades terminando en garras y los enormes colmillos que porta. 



Dado que me he refrescado la mente mirándome un video de la misión puedo decir que el combate contra Lagarto puede ser demasiado para un niño pequeño, lo confirma mi yo de 8 años y mi yo de 24.

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