Para Xbox 360 y PC se lanzó el juegos de disparos en primera persona que sentaría las bases para una saga que a día de hoy cuenta con tres entregas y remasterizaciones, Metro 2033. Este título ambientada en una Rusia azotada por un invierno nuclear tiene fuertes componentes de supervivencia que lo dota de una personalidad muy marcada. Fuerte énfasis en la exploración, cuidado de los escasos recursos, una potente atmósfera post apocalíptica y las horribles criaturas que pululan por todo el mundo permiten vivir escenas de verdadero terror.
En
un momento de la campaña Artyon, el protagonista, y un grupo de
soldados deciden emprender un viaje fuera de la estación con
dirección a los archivos de una enorme biblioteca. Durante esta
misión los soldados son atacados por los demonios, bestias voladoras
que para ese entonces ya nos han sacado más de un susto, y en
consecuencia causan estragos en el contingente, obligando a Artyom a
adentrarse en las profundidades del enorme edificio solo, no sin
antes ser advertido por uno de los soldados que tenga mucho cuidado
con los bibliotecarios.
Nuestro
protagonista no dura mucho tiempo solo (para su desgracia) y se
encuentra cara a cara con uno de los bibliotecarios, nos damos cuenta
que son criaturas de aspecto humanoide poseedores de una fuerza y
resistencia inaudita. Si hacemos un poco de memoria recordaremos las
medidas cautelares para lidiar con estos seres, mantener la calma,
estar siempre lo más lejos posibles de ellos, evitar lo más que se
pueda un enfrentamiento con ellos y la recomendación más peculiar
de todas; si estamos peligrosamente cerca de uno, mantener siempre
contacto visual con él, mirarlo directo al rostro.
El
primer bibliotecario aparece en una área lo bastante amplia para
poder estar a buena distancia y ya es decisión nuestra mantener
distancia o freírlo a tiros; si nos sentimos preparados y empezamos
a disparar notaremos que aquella bestia de lento movimiento se
convierte en una mole que arremeterá contra nosotros con poderosos
golpes que nos matarán en un instante.
Disparar
a esta masa imparable es el último recurso pero aún siendo sigiloso
toparnos con un bibliotecario es casi ineludible durante la misión y
aquí es donde la recomendación de mirarlo a los ojos se vuelve
crucial. Apuntarle con nuestra arma directo a la cabeza sin hacer
movimientos bruscos o voltear a otro lado puede salvar nuestra vida
pero esto nos enfrasca en un duelo de voluntades contra el
bibliotecario que nos expone a una muerte segura si algo falla. En el
mejor de los casos la criatura se aburrirá luego de unos tensos
segundos y se marchará para volver a patrullar la zona.
Esta
parte de los archivos tampoco ayuda en lo absoluto contra estos
monstruos, repleta de habitaciones interconectadas por muros
derrumbados y pasillos angostos que forman una suerte de laberinto
podemos convertirnos en presas fáciles. El juego sabe perfectamente
que la tensión está en el ambiente y tampoco dudará en soltarnos
algunos jumpscares para volver esta misión en una de las más
memorables del juego.
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