Aquí viene otro pequeño trauma de la infancia. Yo jamás tuve una N64 propia pero los lector más asiduos saben que en casa de mis abuelos teníamos una de estas para uso de todos los primos y entre lo que más gustaba jugar era Super Mario 64, Diddy Kong Racing, Toy Story 2 y claro, Star Fox 64.
Realmente
nuestra camada era la primera que empezaba a familiarizarse con los
videojuegos, es más, la N64 fue la única consola que llegamos a
conocer durante varios años y no se puede decir que fuéramos
hábiles en esa época, más bien todo lo contrario. Dominar un juego
era trabajo de meses y con Star Fox no fue la excepción. Me costó
mucho llegar a Venom en su ruta más sencilla y ya ni les cuento de
ir por la ruta más difícil. Como fuese, la última misión del
juego consiste en llegar a las entrañas de la base del malvado
Andross, que está detrás de la invasión de todo el sistema, y
detenerlo a toda costa.
Mi
yo de 6 años estaba listo para la batalla final… o eso pensaba
hasta que vi a Andross frente a mí:
No
un mecha gigante, no una flota de poderosas naves, no un experimento
biológico… no señor, una PUTA CARA gigante y sus dos manos que la
acompañan junto una ost salida del jodido inframundo:
A
diferencia de lo que me pasó con Lagarto en Spider Man 2, apagué la
consola del susto, aquí aguanté como un campeón (curioso porque
era más joven entonces) y le di candela mientras sentía mi corazón
a punto de salir del pecho. Realmente me impresionó y angustió ver
el rostro en todo su esplendor y todavía quedaba una segunda fase de
la batalla. Al dañar suficiente a Andross este es destruido para
enseñar el esqueleto robótico de la cabeza, en este punto ataca
abalanzándose contra nuestra nave de manera errática hasta que es
por fin destruido.
La
anécdota terminaría aquí sino fuera porque después, jugando la
ruta difícil, descubrimos que el combate contra Andross podía ser
muy diferente. En esa ocasión el combate inicia con normalidad…
pero en lugar de dar paso al esqueleto robótico con el que ya estaba
familiarizado emerge con su verdadera forma:
No
es más que el sistema nervioso central, utiliza sus ojos como
misiles teledirigidos y además puede lanzar proyectiles en racimo y
puede pillarnos con los nervios para hacernos muchísimo daño. El
puto Andross me la volvió a jugar y ahora en un combate más
complicado que recompensa con uno de los finales más geniales de mi
infancia, menos mal.
Como
curiosidad decir que Andross sí está relacionado con uno de los
recuerdos más perturbadores de toda una generación, aunque no este
de N64. Me refiero al video de “Obedece a la morsa” donde la
inquietante y poligonal figura que abre este video no es más que
Andross pero en su versión de SNES, no se rían... en mis tiempos esto daba miedo:
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