En
PREY controlamos a un brillante científico a bordo de la Talos 1,
una estación espacial que alberga algunas de las investigaciones más
prometedoras de la época. Como principal objeto de estudio tenemos a
los Tifón, una raza alienígena a la que los humanos tratan de
comprender a base de someterlos a pruebas de todo tipo. Un día la
estricta contención que mantiene a los Tifón en cautiverio falla y
unas pequeñas criaturas semejantes a los bichos llamados miméticos
salen a pasear… asesinando al grupo de científicos que trabajaba
con ellos; al poco tiempo más tipos de criaturas se unen a la fiesta
y al cabo de unos días la enorme Talos 1 se convierte en una jungla
donde sólo pocos sobrevivientes permanecen en pie.
PREY
es un juego que bebe de System Shock y BioShock; hablamos de una obra
donde premia la exploración y cautela para enfrentar a los Tifón
que una vez apoderados de la nave se han convertido gracias a la
asimilación de personas en monstruos imparables sumamente
inteligentes. Nuestro protagonista es Morgan Yu y puede convertirse,
con el tiempo, en una máquina de matar alienígenas gracias a la
magia de los neuromods. Los neuromodos fueron ideados en un principio
para hacer aprender habilidades a las personas en cuestión de
segundos sin pasar por todo el proceso de aprendizaje, con el tiempo
también se fue capaz de desarrollar algunos para mejorar las
características físicas e inclusive daban poderes sobrenaturales
como la telequinesis.
El
desarrollo de neuromods fue todo un éxito y podemos acudir a ellos
para especializar a Morgan en tareas específicas que se adapten a
nuestra forma de juego. De todas las habilidades que podemos adquirir
están las íntimamente relacionadas con los tifón, bastante
jugosas en cuanto a beneficios como lo puede ser imitar la taza de
objetos pequeños para pasar por rendijas a salas que requieren
llaves o conocimientos avanzados de pirateo… pero optar por el
camino de los tifón es firmar un contrato con letras pequeñas muy
comprometedoras.
Verán,
mientras más habilidades propias de los tifón aprendemos la
atención de los alienígenas se vuelca cada vez más hacia nosotros
hasta que esta raza convoca una entidad con el objetivo exclusivo de
darnos caza, la pesadilla:
Este
monstruo parece ser conformado por varias criaturas, lo que
explicaría su colosal tamaño y fuerza. A pesar de ser enorme es lo
suficientemente maleable para cambiar su forma de tal modo que pueda
acceder por espacios pequeños que nosotros ocupemos con el fin de
escondernos… a efectos prácticos la jodida bestia es imparable.
Cuando
la pesadilla aparece tenemos 3 opciones: correr por nuestras vidas y
ponernos a salvo en otra zona, atacar sin descanso hasta que la
derrotemos, o mantenernos escondidos o en evasión constante hasta
que se canse y decida marcharse. Dado que los recursos no son
tan abundantes en Talos 1 como quisiéramos la opción ideal es
correr… pero la hija de puta aparece en lugares donde tenemos
objetivos a cumplir así que permanecer ocultos puede convertirse en
nuestra única opción, fácil, solamente son necesarios 3 minutos de
tormento para que esta masa alienígena decida marcharse.
Plantarle
cara es posible pero la agresividad del monstruo y el daño que puede
provocarnos obliga a estar preparados con una buena ración de
botiquines y con las armas modificadas al máximo para tener una
oportunidad. La forma principal de atacar de esta cosa es lanzando
bolas de energía terriblemente poderosas; correr en línea recta es
un suicidio y tampoco es recomendable permanecer más de unos cuantos
segundos detrás de algo que sirva de cobertura… moverse a la
perfección por nuestro entorno es vital y sumando que existen estrategias comprobadas para vencerla el reto de enfrentarse a ella para obtener el botín que guarda bien puede valer la pena además de ser viable.
Lo
mejor de la pesadilla es que el asedio es constante durante todo el
juego una vez aparece, no importa si le hemos derrotado con
anterioridad en algún punto, la cosa regresará con el mismo ímpetu
a matarnos.
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