Xbox 360 fue la consola donde nació uno de los juegos más influyentes de la época contemporánea, Gears of War. El primer juego que dio a pie a la saga de acción en tercera persona mejor valorada de su generación era también especialmente lúgubre; el sentimiento derrotista rebosaba por todos lados en la representación de un mundo donde los humanos están enfrascado en una sangrienta guerra contra una raza guerrera llamada Locust…y están en clara desventaja, con ciudades enteras destruidas, pérdidas incalculables y un ejército en agonía que se ve necesitado a reclutar a reos para subsistir.
En
todo el juego nos enfrascamos contra enemigos formidables y
terribles; los drones que conforman la mayoría de elementos del
ejército Locust soldados de artillería pesada como son los Boomers
, unas extrañas criaturas cazadores llamadas Desgraciados e
inclusive pudimos sufrir el asedio de los Krill, una parvada de
“pájaros” nocturnos que era capaz de destrozar cualquier ser
vivo que osara adentrarse a la profunda oscuridad de la noche… pero
el monstruo que más me marcó fue la Berserker.
El
equipo de Marcus se adentra en una tumba y en el interior de esta se
escuchan las pesadas pisadas de un ser hasta ahora desconocido para
el jugador. En un cambio de escena vemos a una enorme bestia de piel
dura como roca siendo escoltada por dos soldados Locust que la llevan
controlando con cadenas, la criatura al detectar la presencia de
nuestros héroes enloquece y arremete contra sus guardias, matándolos
en el acto. Regresando con Marcus y su equipo, el ruido provocado por
el monstruo pone en alerta a los soldados; desgraciadamente uno,
víctima el pánico, decide huir por uno de los pasillos de la tumba
pero se topa de frente con la Berserker, siendo literalmente
despedazado con una facilidad espantosa.
La
batalla que viene a continuación resulta atípica. En lugar de armar
una ruidosa confrontación a tiro limpio las órdenes que recibimos
recomiendan ser lo más silenciosos posible y llevar a la Berserker a
un sitio con cielo abierto para ser freida por el martillo del alba,
un controlador de un poderoso satélite que básicamente lanza un
rayo de la muerte desde su ubicación a donde apuntamos. Si evitar
los ataques directos fueran poco durante el enfrentamiento contra
esta mole asesina sirve de poco resguardarse detrás de cualquier
cosa que sirva de cobertura, la Berserker es capaz de atravesar
concreto como si fuera papel.
El
punto débil del monstruo es su ceguera casi total. Marcus aprovecha
que le resulta imposible ser descubierto mediante la visión y poco a
poco empieza a atraer a la hembra Locust a la salida de la tumba
hasta que ya en las afueras la pulverizamos con el martillo del alba.
La
Berserker se queda con el puesto del día de hoy por su potente
aparición en Gears of War, la primera vez que la vemos realmente se
siente como un enemigo al que temer, solo basta ver cómo dejó a
nuestro compañero convertido en puré.
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